Buen viaje, Álex
Hoy, es un día triste porque se ha ido un chico muy joven y seguramente lo habrán acompañado muchos más en ese viaje
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Alex Lequio, ha fallecido.
No lo conocí personalmente pero me parecía un chico ilusionado, optimista, valiente y esperanzado. Un chaval al que ni el cáncer maldito logró robarle la sonrisa.
Lo que si hizo el bicho, el maldito bicho, fue romperle los sueños y ganarle la guerra final, después de que él, Álex, le hubiera ido doblado el pulso en numerosas, duras y dolorosas batallas previas que los enfermos de cáncer conocemos tan bien.
Hoy, es un día triste porque se ha ido un chico muy joven y seguramente lo habrán acompañado muchos más en ese viaje indeseado. Es un día triste porque cada vez que un enfermo, Álex o cualquier otro, un luchador valiente, muere por culpa del maldito bicho a todos, pero especialmente a los que seguimos en esa lucha desigual contra el cáncer, se nos encoge el corazón ante la realidad de la guerra perdida por esos que se han quedado en el camino y también por la incertidumbre que nos asalta, pensando si seremos capaces de enarbolar la bandera de la victoria definitiva.
Un día, Cristina López Schlichting me dijo que la vida no nos pertenece y es verdad. La vida es un regalo frágil que se nos puede romper en cualquier momento, incluso cuando la cuidas con esmero.
Todos sabemos que el destino es inexorable, caprichoso e incluso cruel, pero tenemos la esperanza de poder hacerle un quite, de ir ganándole batallas y arrancándole prórrogas. En el caso de Álex, no pudo ser.
Espero y deseo que tenga un buen viaje a ese lugar ignoto en el que siempre pienso que uno puede arroparse con el algodón de la nube más hermosa y acariciar las estrellas con la mano, contemplando el eterno baile de la luna y el sol, pujando para ver quién ofrece la luz más bella.
La muerte no es el final