Argelia forzó al Gobierno a autorizar la salida del líder del Polisario

La fracasada tentativa del primer avión desencadenó contactos al más alto nivel

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El penúltimo enredo del Gobierno pasó por el singular abandono de nuestro país del líder del Frente Polisario. El Ejecutivo, al menos, logró dilatar una acción unilateral de Argelia. Los pretendidos hechos consumados llegaron a ser reconocidos por Carmen Calvo. “No había lugar que hubiera ningún avión esperando a nadie, salvo en el momento en que ha terminado su comparecencia con la justicia española – explicitó la vicepresidenta primera - y la justicia de nuestro país ha dicho que no hay ningún cargo contra esta persona y que se podía ir”.

En esas horas previas a la salida de Brahim Gali, declaración por medio vía videoconferencia ante la Audiencia Nacional, el Ejecutivo se dio prácticamente de bruces con el intento argelino de recogerlo en un avión oficial. No obstante, en su destino al aeropuerto de Logroño, ciudad en la que estaba ingresado el líder del Frente Polisario desde el pasado mes de abril, el aparato hubo de dar media vuelta al entrar en nuestro espacio aéreo, al que accedió a través de la isla de Ibiza. A partir de entonces, el Gobierno entró en modo pánico.

La fracasada tentativa dio paso, de entrada, al rechazo de constancia alguna de la misma. Corrió a cargo de María Jesús Montero en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros. “No tengo ninguna constancia de que se haya intervenido un vuelo procedente de ningún país”, sostuvo la portavoz. El Gobierno optó por encerrarse en el silencio al albur de la versión centrada en el déficit del aeropuerto de Logroño para atender el aterrizaje de un aparato de las características del argelino. Entretanto, La Moncloa tomaba las riendas de la situación.

La resolución del conflicto se produjo “al más alto nivel” desplegando contactos con Argel hasta que, finalmente, otra aeronave recogió a Ghali, ya de madrugada en el aeropuerto de Pamplona. En ese tiempo de descuento, Asuntos Exteriores se encargó de justificar que el líder del Frente Polisario había sido acogido “en situación crítica y por razones humanitarias”, de advertir que, después de declarar ante la Audiencia Nacional, “no tiene restringida su libertad de movimientos”. Y Marruecos, en esta ocasión, sí había sido informado de toda la operación.

La crisis en ese otro flanco particularmente sensible, el de la relación con el reino alauí, sigue abierta en canal. El Ejecutivo pone en valor la trayectoria de vecindad y relaciones prioritarias entre ambos países, pero la realidad es que Rabat, más allá de enfurecerse por la acogida de Ghali, pretende forzar un cambio de postura española sobre la soberanía del Sáhara Occidental. En una vuelta de tuerca en su órdago, Marruecos equiparó a nuestra antigua colonia con Cataluña. “¿Cuál habría sido la reacción de España si un representante del separatismo español hubiera sido recibido en el Palacio Real Marroquí?”, preguntó amenazante.

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