La importancia de la fe para Tamara Falcó y Paco Arango, en 'Diálogos'
Tamara Falcó y Paco Arango nos explican en 'Diálogos' qué importancia tiene en sus vidas
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Tamara Falcó y Paco Arango se conocen desde hace tiempo gracias a la amistad de sus familias. Y esa amistad y sobre todo la fe que tienen es lo que hace que mantengan tan buena conexión, que unan todos sus esfuerzos por ayudar a los demás y sorprendan las coincidencias o 'diosidencias' que comparten.
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Y tantas son esas coincidencias que este lamentable 2020 en el que estamos inmersos en una de las peores crisis sanitarias que conocemos por la covid-19, Falcó y Arango han perdido a sus respectivos padres. Y así es como empiezan su charla en ‘Diálogos’ con el recuerdo a sus padres.
“Este año perdimos ambos a nuestros padres. Empezaste tú –dirigiéndose a Tamara- diciéndome cuánto lo sentías y de repente nos topamos con la misma realidad al otro lado de la cancha de tenis ¿no?” dice Paco. Palabras a las que Tamara le recuerda y agradece el mensaje que le envió al fallecer su padre, Carlos Falcó, marqués de Griñón, “me encantó tu mensaje, porque frente a de todos los pésames, esperaste el tiempo correcto y me mandaste un mensaje con la palabra ‘llueve’. Y eso es tan descriptivo porque cuando pierdes a alguien, es muy difícil explicarlo, es verdad es que llueve, llueve en el corazón”.
Carlos Falcó murió por el covid-19 y Tamara recuerda que “mi padre estaba lleno de vida, yo hablé con él días antes de su muerte y estaba pensando en ir a una boda de una prima nuestra pero yo le decía que era una barbaridad por la situación en la que nos encontrábamos. Era de esa generación que nunca quieren estar enfermos, de los que aunque están enfermos no quieren ir a los médicos”. El marqués de Griñón falleció el 20 de marzo a los 83 años.
Cuenta Arango lo que le sucedió a su padre Plácido. “Llevaba una temporada un poco flojo hasta que un día decidió hacerse unas pruebas y le detectaron cáncer de páncreas. Nosotros nos hicimos a la idea de que iba a ser un año... Pero fíjate lo que pasó, tres días más tarde en un en un procedimiento absolutamente de protocolo, se dieron cuenta que no había nada que hacer”.
Y es en este momento en el que hablan de la muerte como “lo más difícil que tenemos que lidiar en esta vida” como dice Tamara cuando los dos coinciden en que gracias a la fe es como han podido superar esta y otras muchas cosas en sus vidas. “Tú y yo tenemos la suerte de que tenemos fe”, destaca Paco Arango.
Dos personas creyentes aunque difieren con sus familias como recuerda Paco que su padre no era creyente y que lo que le decía era que “lo que me preocupa es que a ti te preocupe que me pasara algo por no ser creyente”. “Es algo que nos preocupa a todos los creyente con la gente que queremos” replica Tamara que añade que “es verdad que amar a Dios sobre todas las cosas, cuesta ¿no?”, haciendo referencia a las personas no creyentes.
Y destaca Arango que su padre “era un buen hombre” y “creo que Dios es mucho más benevolente de lo que se piensa, y creo que Dios vio el corazón de mi padre que no paraba de ayudar y eso es lo importante”.
“Yo antes de mi conversión mi madre me decía “lo tienes todo, ¿por qué no eres feliz?”. Cada uno sabe por qué lleva su cruz y tal y hay que piensa que lo tiene todo y que sonríe mucho pero hay una parte espiritual que no es evidente”, dice Tamara.
“Para mí, la fe ha sido fundamental, saber que esto no es un adiós a mi padre sino un hasta luego”, confiesa Falcó.
Una fe que a Paco le da mucha fuerza sobre todo con la labor que realiza en la Fundación Aladina, que como sabemos ayuda a los niños enfermos de cáncer, porque como dice Arando “yo, sin la fe no podría, no podría”.
Y es aquí cuando la fe, cuando esa necesidad de ayudar o amar al prójimo como recordaba Tamara cuando aparecen esas ‘diosidencias’ de las que nos hablan los protagonistas y que conocimos en la película Maktub de Arango.
La ‘diosidencia’ es la “coincidencia divina” como nos explica Paco (en inglés sería ‘serendipity'). Y nos va relatando a lo largo de esta conversación con Tamara algunas de esas coincidencias que le han ocurrido a lo largo de su vida y también le ha ocurrido a Tamara.
ASÍ SON PACO ARANGO Y TAMARA FALCÓ
Paco entró en un hospital hace 20 años y todavía no ha recibido el alta. Lo tenía todo pero un día le miro a los ojos a un sacerdote amigo y tras realizar labores de voluntariado en el Hospital del Niño Jesús, le dijo: “Quiero mancharme las manos de verdad”. Desde hace casi dos décadas Paco centra su vida en lo que de verdad le importa. Filántropo, director de cine, productor y guionista, este mexicano de nacimiento es el alma y corazón de la Fundación Aladina, entregada a los niños con cáncer y a sus familias. Cada año atiende en España a alrededor de 4.000 pequeños. Para él, lo que está en juego no es ni la vida ni la muerte, es el amor.
En el recibidor virtual de su cuenta de Twitter, Paco ha instalado el hashtag #Siemprefuertes acompañado de una sonrisa. Si hay dos palabras que resumen su vida esas son: optimismo y solidaridad. Optimismo porque lo peor que te pude pasar dice es caer en la decepción. Solidaridad porque recuerda cómo su padre, el séptimo hombre más rico de México según la revista Forbes, les inculcó que la suerte que habían tenido en la vida hay que devolverla.
De su padre tiene el empuje para los negocios. De su madre heredó el espíritu soñador. El mismo que le introdujo en el mundo de la música desde su época de estudiante en Boston. Porque Paco quiso ser cantante sí y sacó 5 discos. Quiso ser director de cine y consiguió que una de sus películas tuviera 5 nominaciones a los Goya.
En el día a día Paco no se despista y si lo hace, sus dos perros, Batman y Dina le recuerdan sus dos pasiones: el cine y la Fundación Aladina.
A Tamara también le encantan los niños. Decir que ella es hija de Isabel Preysler y el marqués de Griñón, Carlos Falcó, podría ser muy simplista. Hablar de Tamara es hacerlo también de una joven muy formada. Se licenció en Comunicación en Estados Unidos. Después, estudió moda Milán y en la Escuela de Negocios ISEM en Madrid.
Tamara tuvo su primer contacto con la moda trabajando en Inditex pero enseguida cambió la ropa por el vino y en 2005 se implicó en el negocio de su padre. De los caldos se pasó a la organización de eventos en El Rincón, el palacio que regentaba su progenitor. Un padre de ojos oscuros, como ella siempre recuerda.
Cuando en 2018 debutó como diseñadora, su humildad le llevó a pedir paciencia porque dijo que estaba aprendiendo. Su amor por la moda le ha seguida durante toda su vida pero ha sido intrínseco al amor por la belleza porque asegura, la belleza es un reflejo de Dios.
Ni Paco ni Tamara ocultan su Fe. En el caso de ella, su conversión comenzó tras leer la Biblia en el verano de 2011 y desde entonces, demuestra que se puede compaginar el glamour que le rodea con ganar la 4ª edición de MasterChef Celebrity, con rezar el rosario y con acudir a misa todos los días.
Reconoce que su madre es la persona más importante de su vida. Siempre lleva consigo la medalla que le regaló por su Primera Comunión. Sostiene que ser soñadora sin trabajar no funciona. Que el hombre se enamora por los ojos y la mujer por los oídos. Quizá por eso es firme defensora de que una risa vaya acompañada de cierta sonoridad. De la misma espontaneidad que la llevó por ejemplo a regalar al padre Ángel una hucha gigante llena de monedas de 2 euros que ella coleccionaba.
Hoy Tamara y Paco detienen su mundo unos minutos para hablar sin guion del mundo. De lo que nos rodea.