Thierry y Hélène o cómo conocer la fe a través del matrimonio

La historia de un matrimonio francés que se casó por la Iglesia sin fe y que, tiempo después, conoció el Amor de Dios

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Thierry y Hélène formaban una pareja casi perfecta. Estudiaron juntos, después trabajaron también juntos, en la misma empresa... Fíjate el amor que desprendían que les llamaban “los enamorados”. Aunque no eran personas de fe -de hecho, Hélène ni siquiera estaba bautizada- esta pareja de Tolón, en el sur de Francia, se casó por la Iglesia para complacer a la familia. Algo que más tarde descubrieron que ha resultado fundamental en su vida, como revela el portal Religión en Libertad.

Todo parecía de color de rosa en su vida hasta 2006, cuando a ella le diagnosticaron un cáncer. Tras recibir el diagnóstico, Hélène estaba sola, en su coche, digiriendo la noticia y, en ese momento, se acordó de Dios. Pero no para pedirle por su curación. Al contrario. Hélène le insultó, le dijo que no existía y que era una mentira. Y sucedió el milagro.

Repentinamente, se sintió inundada de amor, mientras interiormente, Dios le decía: “Yo no soy la muerte, yo soy el Amor”. Hélène no entendía lo que estaba pasando. Reparó en una estampa del Sagrado Corazón que alguien le había entregado y había colocado en la visera del coche, a modo de amuleto protector, años atrás. Ni siquiera podía ver con claridad la imagen del Corazón de Cristo, porque la luz que salía de Él la deslumbraba.

Cuando llegó a casa y le contó a Thierry, a su marido, lo que había sucedido, decidieron embarcarse en una búsqueda espiritual que nada tenía que ver con el Dios de la estampa. Como dice Hélène, no tomaron el camino más rápido. Acabaron en la India y poco a poco la luz se fue apagando. Así durante 10 años, hasta que la enfermedad volvió a visitarles. En este caso, a Thierry. Una fuerte depresión que estuvo a punto de romper su matrimonio. Fue entonces cuando él recordó el poder de la oración, que había aprendido de pequeño. Durante un año, estuvo rezando el padrenuestro durante media hora cada mañana, pidiendo simplemente que el amor entre ambos creciese. Y creció.

Al cabo de ese año, mientras tomaban un café en el emblemático mercado de Toulon, su ciudad, vieron abiertas las puertas de la iglesia de San José y se decidieron a entrar. A poner una vela, dijeron. Pero en ese momento comenzó la misa y decidieron quedarse.

Era la primera vez que iban a misa desde la boda. “Nos sorprendió la belleza de los cantos y la homilía nos tocó de lleno el corazón”, recuerda Hélène. Tanto que, cuando concluyó la celebración y el sacerdote se acercó a saludar a los fieles, decidió pedirle directamente el bautismo.

Desde ese momento, Hélène y Thierry han hecho en pareja su recorrido en la Iglesia. Han asistido a cursos Alpha, a peregrinaciones, a retiros... Incluso se han matriculado en el Instituto Diocesano de Formación Pastoral... “Teníamos sed de conocer mejor a Jesús, de comprender las Escrituras y de recuperar el tiempo perdido”, explica Hélène.

La conversión mejoró, además, su vida matrimonial. Comenzaron a poner a Dios en el centro de la pareja y descubrieron que, cuanto más crecía el amor a Jesús, más crecía el amor entre ellos. Juntos, han descubierto en la Iglesia una familia magnífica. Así que... ya sabes: nunca hay que subestimar el poder de una estampa o la belleza de una liturgia bien cuidada. A través de ellos, Dios puede obrar milagros en tu corazón.