La labor de los religiosos agustinos para curar las heridas de los niños soldado en el Congo

El centro ofrece también a estos chicos cursos de formación en agricultura, carpintería y apicultura, mientras que las chicas pueden dedicarse a la peluquería o a la cocina

La labor de los religiosos agustinos para curar las heridas de los niños soldado en el Congo

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Dungu está en el noreste de la República Democrática del Congo, cerca de las fronteras con Sudán del Sur y Uganda, un territorio de grandes bosques con amplias zonas deshabitadas, donde los grupos armados van y vienen a su antojo.

El llamado “Ejército de la Resistencia del Señor” captura a niños de las aldeas para utilizarlos como soldados. También muchas niñas son capturadas y utilizadas como esclavas sexuales. Según Naciones Unidas en la República Democrática del Congo hay 100.000 niños soldados. El agustino Georges Mizingi conoce bien las dificultades que deben atravesar los jóvenes de su región. Cuando terminó sus estudios de secundaria, tuvo que huir durante tres meses al monte para escapar de la violencia de los grupos armados, de modo que, desde muy joven, estas tragedias despertaron en él una fuerte sensibilidad hacia la situación de los niños soldados.

Cuando algunos de estos niños son liberados o consiguen escapar, experimentan fuertes sufrimientos físicos, tras pasar meses en el monte en condiciones terribles, pero también sufrimientos psicológicos, condenados a una vida cotidiana de violencia, lejos de los suyos. En las últimas semanas, las obras del centro de inserción de los agustinos en Dungu están casi finalizadas y con el tiempo, un centenar de niños podrán ser alojados allí.

Ahora se trata de adoptar un enfoque integral para ayudarlos. En primer lugar, hay que responder a las situaciones de desnutrición, pero enseguida se trata de que retomen el ritmo de una vida normal, lejos de la violencia, con el fin de que vuelvan a ser niños, como explica el padre Mizingi. No es sencillo, porque en el pasado fueron engañados muchas veces por los adultos, por los rebeldes que los reclutan, pero también por asociaciones que parecían querer ayudarlos, pero que al final no lo hicieron. Por eso se necesita mucho tiempo para restablecer una confianza destruida.

El centro ofrecerá también a estos chicos cursos de formación en agricultura, carpintería y apicultura, mientras que las chicas pueden dedicarse a la peluquería o a la cocina. Se trata de que todos los jóvenes que acogen puedan algún día insertarse en la sociedad y dar la espalda a su terrible pasado como niños soldados o esclavos sexuales.