La 'misión belén' o cómo predicar el evangelio en el barrio del 'Crack' de Sao Paulo
El Padre Giampietro ayuda a sus "hermanos de la calle" en el barrio más pobre de la ciudad brasileña
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La Misión Belén se enclava en una de las zonas más pobres y peligrosas de Sao Paulo. A esta zona la llaman “Cracolandia” por ser el mayor lugar de venta y consumo de Crack, una variante de la cocaína, mucho más barata y con peores efectos.
Parece un auténtico infierno en la tierra. Miles de adictos, muchos de ellos niños, deambulan entre basura y orines. El P. Giampietro Carraro, fundador de la Misión Belén, les llama “mis hermanos de la calle”. Y eso que abrazar a estas personas no es fácil cuando las encuentra en un charco de orina, llenas de chinches, a menudo bajo los efectos de la drogas o el alcohol. Y es que hay una pobreza santa, la de Jesús que se hizo hombre por nosotros en Belén, y una pobreza de esclavos, la de quienes son víctimas del alcohol, las drogas y la exclusión.
La primera vez que el P. Carraro se acercó a Cracolandia lo hizo encabezando una procesión con el Santísimo Sacramento. Se encontró con un muro de 500 personas que cerraban el paso, pero de repente la gente se movió, incluidos los traficantes, y la procesión pasó por el medio. Desde esa noche, ha repetido este gesto y nunca ha tenido ningún problema. Llevar a Jesús Eucaristía a ese contexto de miseria y absoluta marginación reafirma visualmente que Cristo está resucitado y trae la resurrección donde todo habla de muerte. Y no es teoría.
Durante los 13 de años de existencia 100.000 personas han pasado por la misión y se han producido ‘milagros’ impresionantes. Actualmente tienen 2.200 camas distribuidas en 170 viviendas, de las que un porcentaje importante están reservadas para personas enfermas, ya sea física o síquicamente. Los administradores de las distintas casas son en gran parte voluntarios, muchos de ellos son antiguos adictos recuperados que se ponen al servicio de otros. Uno de ellos es el padre Gilson, que hoy es sacerdote pero era drogadicto y uno de los fundadores de Cracolandia. Otro milagro es el de Marcio, que antes robaba camiones y hoy es responsable de la red de refugios de la misión. Es el cumplimiento de los que dice el Evangelio: una piedra desechada se convierte en una angular.