El obispo de Iquitos (Perú), Miguel Ángel Cadenas, explica cómo se ha vivido la pandemia en la Amazonía

El agustino español es el nuevo obispo de Iquitos. Lleva 26 años conviviendo con los habitantes de la selva peruana

El obispo de Iquitos (Perú), Miguel Ángel Cadenas, explica cómo se ha vivido la pandemia en la Amazonía

Redacción Religión

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El Vicariato Apostólico de Iquitos está encomendado a los agustinos por la Santa Sede desde 1901. Su nuevo obispo es el agustino español Miguel Ángel Cadenas, un leonés que lleva 26 años en la selva peruana y ha compartido su conocimiento de la región con la revista 'Alfa y Omega'. Considera un tema trascendental la inculturación del Evangelio, pensar los desafíos que presentan los pueblos indígenas a la evangelización. Y observa un fenómeno curioso: mientras Occidente ha abandonado el cristianismo, los pueblos amazónicos lo han abrazado. Es frecuente encontrar en los escritos de los antropólogos, muchos de ellos descreídos, cómo sus interlocutores indígenas les invitan a que se conviertan al cristianismo. Y eso es todo un desafío para la Iglesia.

El nuevo obispo relata cómo se ha vivido en su diócesis el año de la pandemia, y explica que ésta ha golpeado con más dureza en las ciudades que en los ríos. Han muerto muchas personas por falta de oxígeno. Tuvieron que ser dos compañeros del Vicariato, el agustino Miguel Fuertes y el padre Raymond Portelli, sacerdote diocesano originario de Malta, los que compraron, con donaciones de todo el mundo, cuatro plantas de oxígeno para la ciudad de Iquitos, cuando se estaba ahogando literalmente. Fue una auténtica acción del Espíritu que generó mucha esperanza en la población y la reacción del Estado.

Confiesa que al llegar la pandemia esperaban una catástrofe, una gran mortandad de ancianos y el peligro de extinción de muchas lenguas indígenas. Pero, gracias a Dios, no sucedió en Perú, seguramente porque los indígenas de los ríos no viven hacinados. Sin embargo, existe el problema de que muchos no comprenden lo que es un virus, y también hay un problema muy serio con la vacunación. La falta de información persiste culturalmente como una gran deficiencia por parte del Estado.

Concluye diciendo que la Amazonía es uno de los espacios donde la codicia humana se percibe claramente, lo que genera situaciones de violencia que pagan los más indefensos. Las órdenes religiosas, como los agustinos, han sido muy generosas en la construcción de las iglesias locales, pero advierte que ante tantas urgencias no han tenido tiempo de pensar la teología, y sin una buena teología, la pastoral se queda floja. También insiste en la necesidad de trabajar más aún los ministerios laicales, por convicción, y por necesidad, ya que no tienen clero suficiente.