Primera vez en la historia

Dom Takayama Ukon; un santo samurái

Esta mañana ha sido beatificado en la ciudad de Osaka, después de que la pequeña pequeña comunidad católica japonesa haya suspirado durante decenios porque llegara este día

Takayama Ukon

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Takayama Ukon había nacido a mediados del siglo XVI, apenas tres años después de la llegada de los primeros misioneros. Pertenecía a una familia noble, a la clase de los daimyo, los señores feudales japoneses. Toda su familia se bautizó cuando él tenía 10 años, pero Takayama creció imbuido en una cultura violenta que le llevó a participar en un duelo. Su contrincante murió y él resultó herido. Su verdadera conversión tuvo lugar durante la convalecencia. A partir de ese momento fue un auténtico testigo de Cristo: favoreció la construcción de iglesias y seminarios, pero sobre todo era su propia vida la que fascinaba. En apenas siete años, el número de cristianos en Takatsuki, la ciudad que gobernaba, pasó de 600 a más de 25.000. El asunto empezó a inquietar a los poderes de su tiempo, temerosos de que a través del cristianismo se impusiera una colonización de las potencias occidentales, así que el shogún exigió a Takayama que abandonara su fe. Él prefirió renunciar a su posición y a sus tierras, pero no fue suficiente. Seguía ejerciendo en el pueblo una influencia incluso mayor que la de los propios misioneros, así que veinticinco años después fue condenado al exilio en Filipinas, junto a un centenar de sus allegados. Takayama emprendió ese duro viaje con más de sesenta años; el frío, el hambre y las penalidades de la travesía minaron su salud, de hecho moriría cuarenta días después de llegar a Manila. Ahora el papa ha reconocido su muerte como martirio por la fe, respondiendo a la petición de los católicos japoneses. Dom Takayama Ukon; un santo samurái

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