La dramática situación de Haití que no olvida la Iglesia
Haití es uno de los países más pobres del mundo y hasta aquí llega la ayuda de los religiosos
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En los primeros días de enero de 2010 se inauguraba la ampliación de la escuela San Gerardo, localizada en Puerto Príncipe, la capital de Haití. Se había llevado a cabo gracias a la asociación Acoger y Compartir, presidida por el redentorista José Miguel de Haro, párroco del Santísimo Redentor de Madrid. Pocos días después, el 12 de enero, un terrible terremoto derribó todo el edificio y provocó la muerte de 300 niños, todos los que acudían a clase en horario de tarde.
A partir de ahí, todo el trabajo de la asociación y de los redentoristas implicados se centró en reconstruir las escuelas derribadas por el seísmo las localidades de Chateau, Fonfrede, Hinche, Puerto Príncipe y Jeremie gracias a la solidaridad de muchas personas. En una conversación con Alfa y Omega José Miguel de Haro recuerda que mucha gente ayudó incluso con lo que necesitaban para vivir, pero también colaboraron instituciones y empresas, hasta el Real Madrid, y asegura que no se perdió ni un céntimo. Recuerda especialmente el día que inauguraron la nueva escuela San Gerardo y la impresión que le causó un anciano que se detuvo delante de la escuela y, sin ninguna razón aparente, se puso a aplaudir. En la actualidad, al centro asisten cerca de setecientos niños.
Con las escuelas de nuevo en pie, el problema ahora es, además de la inseguridad, la dificultad con la alimentación. Por eso Ayudar y Compartir llena y envía una o dos veces al año un contenedor con comida rumbo a Haití. El último ha llegado hace un par de semanas y ha comenzado el reparto del contenido, una operación complicada por el peligro del pillaje.Para ello han alquilado bastantes furgonetas y han movido con la mayor rapidez y sigilo el contenido.
En esta ocasión el contenedor llevaba 4.000 kilos de garbanzos, 2.000 de guisantes, 4.000 de lentejas, 6.500 de arroz, 1.400 de macarrones, 1.600 de fideos y 4.000 de espaguetis. Junto a esoiban cincuenta mil mascarillas y cuatrocientos litros de gel. Todo se ha distribuido en bolsas y se ha entregado a los niños en las escuelas para que lo lleven a casa. El redentorista José Miguel de Haro sabe que esta no es la solución de fondo, pero permite decir a los chicos y a sus familias que no están solos, y gritar que “¡ya es hora de que las cosas cambien en Haití para bien de los pobres!”.