La dura situación en los campos de internamiento de inmigrantes en Libia

Francisco pedía por favor a la comunidad internacional que se tome en serio la dramática situación en Libia, y subrayaba que miles de migrantes sufren en los campos de internamiento de aquel país diversas formas de explotación y de violencia que llegan a la crueldad.

El sacerdote eritreo MussieZerai, dedicado a los problemas de las migraciones, ha confirmado a la Agencia Fides que esos migrantes procedentes de varios países africanos están aterrorizados y no tienen a quién dirigirse: los comandantes a menudo están confabulados con los traficantes, los políticos están ausentes y los militares son violentos. En torno a Trípoli hay unos cinco mil encerrados en 22 campamentos, sobre todo eritreos, etíopes, somalíes y sudaneses. También hay muchos centros de internamiento administrados directamente por las milicias que libran una cruenta guerra en eses país.

Los combates que se están librando entre el gobierno de Trípoli, apoyado por Turquía, y las milicias del mariscal Haftar apoyadas por Rusia, impiden los controles de las Naciones Unidas sobre las condiciones de los migrantes en los campamentos. La comunicación con los detenidos es muy difícil, porque sus carceleros suelen confiscar o destruir sus teléfonos celulares.

En los campos no hay asistencia médica y las enfermedades pulmonares y de la piel ya estaban muy extendidas. A eso se ha sumado el coronavirus en las últimas semanas. Oficialmente se han registrado 152 casos y 5 muertes, pero los combates hacen imposible hacer un censo más preciso de la epidemia. Además en los centros la gente está hacinada y es imposible mantener la distancia, por lo que el virus puede propagarse rápidamente y causar numerosas víctimas.

Este sacerdote explica que a la pequeña Iglesia Católica local le resulta difícil intervenir en apoyo de los migrantes debido a la violencia generalizada. Su única esperanza es que se detengan los combates y las organizaciones humanitarias puedan intervenir cuanto antes en los campamentos, donde los migrantes viven un verdadero infierno.