La historia del sacerdote a quien la Conferencia Episcopal ha encargado impulsar la Pastoral del Deporte
El joven que dejó el hockey por su verdadera vocación
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Sacerdote y deportista de élite en su momento, Carlos Ballbé, cura de la Archidiócesis de Barcelona, ha sido encargado por la Comisión Episcopal para la Educación y la Cultura de coordinar la nueva Área de Pastoral del Deporte. En la familia de Carlos, ya había tres generaciones de jugadores de hockey hierba, un deporte muy arraigado en Tarrasa, donde vivían. Su afición comenzó a los cinco años y despuntó muy pronto, llegando a jugar en el club más importante de España y de los más punteros de Europa. En aquella época Carlos, conocido entre sus amigos como Litus, vivía las mieles del triunfo en todos los ámbitos.
En el verano de 2005 acompañó a su padre y a su hermano al santuario de Medjugorje, una experiencia que transformó su forma de vivir la fe, hasta entonces muy superficial. Como él mismo cuenta, vivía creyendo en Dios, pero como si no fuese con él. Sin embargo, el cambio no fue automático. Al volver a su casa volvió a su ritmo de fiestas y derroches, pero por dentro sentía que con esa forma de vida no era feliz.
Mientras tanto seguía cosechando triunfos en el Hockey, en 2006 ganó con su equipo una liga más. Y ese año volvió a Medjugorje, y comenzó a frecuentar los sacramentos y el rezo del rosario.
En lo deportivo estaba en la cresta de la ola, con la oferta de un importante equipo alemán encima de la mesa, y fue en ese momento cuando empezó a intuir que Dios podía estarle llamando al sacerdocio. En el verano de 2007, con la oferta de los alemanes y el horizonte de los Juegos de Pekín, decidió algo impensable: ofrecerse a Dios para hacer su voluntad. Marchó por tercera vez a Medjugorje y sólo entonces se aclaró su decisión de entrar en el seminario, lo que no impidió que siguiera jugando al hockey durante algunos años. El 8 de mayo de 2016 fue ordenado sacerdote en la basílica de Santa María del Mar de Barcelona. Su experiencia y su pasión por el deporte le servirán ahora para impulsar la presencia de la Iglesia en un mundo que siempre le ha resultado familiar