La historia de los 12 monjes trapenses asesinados en Argelia hace 25 años
Su beatificación en 2018 es ejemplo de la Iglesia en este país
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Se acaban de cumplir 25 años del secuestro y posterior asesinato de los monjes trapenses de Tibhirine, en Argelia, cuya beatificación en 2018, junto con la de otros 12 religiosos mártires durante la guerra civil argelina, ha puesto de relieve el arraigo de la Iglesia en este país magrebí.
Con motivo de este aniversario el portal Vatican News ha recogido el testimonio del periodista François Vayne, nacido en Argelia pocos días después de la independencia, en 1962, que visitó con frecuencia Tibhirine durante su infancia y adolescencia. Su familia lleva seis generaciones en Argelia y permaneció allí después de la independencia. Para ellos el monasterio era realmente el corazón palpitante de la diócesis, donde les gustaba reunirse. Entre sus recuerdos destaca la acogida del prior, Christian de Chergé, y la fila de enfermos que atendía el hermano Luc, el médico. Al joven François eso le hizo pensar en Jesús, que siempre está ahí para curarnos, para cuidarnos, para acompañarnos y apoyarnos.
El asesinato de los monjes fue, evidentemente, una terrible tragedia para la pequeña Iglesia de Argelia, pero 20 años más tarde, durante la beatificación en Orán, se ha podido comprobar la inmensa fecundidad de su testimonio y del de otros religiosos mártires, que ha permitido a los cristianos beneficiarse de una amistad, un respeto, e incluso un amor, por parte de un gran sector de la población argelina musulmana.
Este periodista subraya que los monjes podían haberse marchado perfectamente, pero como la gente que les rodeaba estaba sufriendo, permanecieron en solidaridad con ellos. Y considera como un milagro que su secuestro, que pretendía crear una brecha entre cristianos y musulmanes, y oponer el islam a occidente, se transformó en una gracia de fraternidad, como diría el Papa Francisco.
François estuvo presente en la beatificación, el 8 de diciembre de 2018, y cuenta que allí había muchos musulmanes presentes, y fue muy bonito recoger sus testimonios sobre cómo se mezcló la sangre de cristianos y musulmanes durante la guerra civil. Podemos decir que la Iglesia postcolonial nació realmente en la sangre de estos mártires. Hoy la Iglesia en Argelia está en casa, y eso es una gran gracia, fruto del don de la vida de estos hombres.