La labor de la Pastoral Penitenciaria: "La mano que tiende a las segundas y terceras oportunidades"
Florencio Roselló, director del departamento de la Pastoral Penitenciaria, desgrana la Memoria Anual en El Espejo
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La memoria anual del año 2019 de la pastoral penitenciaria muestra cuál ha sido el trabajo de los cientos de capellanes en las cárceles penitenciarias, sumado a la labor de los miles de voluntarios. Una tarea que se encarga de hacer de las prisiones españolas, un espacio más humano, estar y acompañar a las personas olvidadas y más necesitadas.
Un trabajo que también se ha visto influenciado por la pandemia del coronavirus. El director del departamento, Florencio Roselló, cuenta que "llevamos dos semanas donde poco a poco -porque todavía está el virus- se van retomando las eucaristías, van entrando los capellanes y progresivamente los voluntarios. Algún capellán me ha dicho que la primera celebración después de tres meses ha sido muy emotiva, tanto por parte del capellán, como de los internos". roselló relata que durante los meses de confinamiento, los reclusos "se reunían en pequeños grupos, como las primeras comunidades cristianas. Además los capellanes han estado activos, tratado de facilitarles material para la oración a través de los funcionarios".
Respecto a la labor que realiza la pastoral penitenciaria en España asegura que a veces "la propia sociedad establece categorías donde dice quiénes son los buenos y quiénes son los malos. En este ambiente, la Iglesia quiere ser esperanza a través de los capellanes y los más de 2.000 voluntarios. Es la presencia global. Querer atender en la cárcel en todas las dimensiones: espiritualmente, socialmente y a nivel jurídico".
Pero la pastoral no trabaja solo dentro de las prisiones, sino también fuera. "Dentro son ayudas de tipo material: a nivel económico por ejemplo se ayuda a los pobres, a los que no tienen visitas..." A ellos se les ha destinado, según la memoria, unos 240 mil euros. "La Iglesia ha manejado un 1.800.000 euros en programas, recursos y medios para atender tanto dentro como fuera de la cárcel. La Iglesia en este momento tiene 80 centros asociados a la pastoral para acoger a personas que no están atendidas, que no tienen familia, que no tienen recursos. Son unas 4.000 personas que no podrían haber salido de permiso o que al salir en libertad, no habrían tenido a donde ir".
"Cuando uno entra en prisión entra hundido y con la esperanza por los suelos. La Iglesia camina junto a ellos. Solo el hecho de caminar, de invitarle a las actividades, de escuchar.. les ayuda. La Iglesia no es paternalista, también trabaja por la víctima. La Iglesia le dice a esta persona que no ha obrado bien, peroque tendrá la mano de la Iglesia para levantarse y volver a caminar".