Los 'curas villeros': así luchan contra la droga estos sacerdotes en Argentina

La Villa 21-24, en la periferia de Buenos Aires, sufre desde hace más de 25 años la pobreza, el consumo de drogas, el hacinamiento, la violencia, la falta de higiene y de suministros de agua y luz. El padre Lorenzo de Vedia es uno de los curas villeros que envió Jorge Bergoglio cuando era arzobispo de Buenos Aires, y ha contado a Páginas Digital cómo afrontan su tarea en ese contexto.

Destaca que en la Villa se vive una solidaridad natural. Advierte que no quiere dar una visión romántica; para lo bueno y para lo malo se interactúa mucho entre los vecinos, como se está viendo ahora con la llegada del COVID. Una madre es madre de sus hijos y de los del pasillo. Se da una religiosidad muy ligada a la vida, que no saca de la realidad, sino que lleva a comprometerse con los hermanos. “En la Villa, resume, experimentamos que la fe es motor de transformación de la realidad”. Aunque las cosas han mejorado en cuanto a urbanización y servicios sociales, la gran carencia es la falta de trabajo. Hay también mucha droga, con todos los problemas y la violencia que conlleva.

La parroquia mantiene ocho comedores, doce capillas, y diversos gruposmisioneros. Tienen también hogares y centros de día para los abuelos. El mayor desafío es la prevención y recuperación de los que han caído en la droga. Para la prevención utilizan una escuela de música, apoyo escolar, jardín de infantes, escuela de oficios y talleres. Para la recuperación han puesto en marcha el programa “Hogar de Cristo”. Hace once años abrieron un primer centro en la Villa, desde el que ha nacido toda una organización y una filosofía para abordar esta situación.

Los curas villeros entienden que la droga es la manifestación de la exclusión en la que viven los chavales, que han quedado fuera de la mesa de la vida y se refugian en la droga. En el programa Hogar de Cristo les reciben tal como llegan, sin condiciones, y les acompañan con el compromiso de un montón de gente. Tras el primer centro que empezó en la Villa 21, se abrieron otros los barrios de Bajo Flores y Retiro. Hoy ya funcionan unos doscientos centros de barrio en todo el país.