La vida de algunos de los 140 sacerdotes y laicos de Madrid que van a ser mártires

El sábado 12 de diciembre se abren las causas por martirio de las 140 personas

cLa vida de algunos de los 140 sacerdotes y laicos de Madrid que van a ser mártires

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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La ceremonia la presidirá el Cardenal Carlos Osoro y abrirá tres causas distintas que incluyen a140 sacerdotes y laicos,víctimas de la persecución religiosa en España en la década de 1930. La primera causa es la de Timoteo Rojo Orcajo y 60 compañeros, sacerdotes diocesanos. Timoteo tenía 45 años y era el canónigo archivero de la Catedral de San Isidro”. A él se debe que el cuerpo incorrupto de San Isidro Labrador no despareciera en la revolución, pues se encargó, con otros compañeros, de buscarle un buen escondite, y no consiguieron arrancarle el secreto.

La segunda cusa es la de Rufino Blanco Sánchez y 70 compañeros laicos. Rufino tenía 75 años y era cofundador de la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio. Pertenecía a la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Tuvo nueve hijos, de los cuales, Julián, periodista, que se encontraba en casa de su padre cuando llegaron los revolucionarios en su busca, no quiso dejarlo solo y lo acompañó al martirio.La tercera causa es la de Isidro Almazán Francos y 7 compañeros laicos de la Asociación Católica de Propagandistas.Isidro tenía 45 años y era el presidente de la Federación de Maestros Católicos.

Junto a ellos hay personas de muy diversas edades y condiciones sociales. Desde jóvenes sacerdotes recién ordenados, como el coadjutor de la parroquia de San Lorenzo de El Escorial, Juan Álvarez Reyero, hasta el que había sido deán del Cabildo catedral y decano del Tribunal de la Rota, de 94 años, José Fernández Montaña.

En estas causas encontramos desde un ministro de la República, Federico Salmón Amorín, y un empresario y diputado por Vizcaya, Marcelino Oreja Elósegui, hasta dos carniceros del barrio de La Paloma, Marcelino Panizo Celorio y Marcelino Panizo Rodríguez, padre e hijo. También aparecen labradores de Los Molinos o maestras y empleadas de Pinto, como la catequista Valentina Pascual y sus compañeras. Monseñor Martínez Camino, que ha profundizado en las biografías de todos ellos, explica que “les une el haber dado la vida por la fe en Jesucristo, perdonando como Él a sus perseguidores”.

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