La vida de un cardenal africano infatigable, el primer cardenal camerunés de la historia

El religioso es una autoridad moral indiscutible en el país

La vida de un cardenal africano infatigable, el primer cardenal camerunés de la historia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Hasta el último día tronó contra la injusticia y la corrupción, y se batió sin descanso para lograr la paz y la reconciliación, motivo por el que en 2019 recibió el Premio Nelson Mandela. Christian Wiyghan Tumi nació en 1930 en Kikaikelaki. Era el cuarto de siete hijos: antes de él, dos hermanos murieron poco después de nacer, así que sus padres le encomendaron a Dios y le pusieron como segundo nombre Wiyghan, que significa "está de viaje y estará aquí sólo un momento". Sin embargo, ha vivido 90 años y ha muerto con las botas puestas. Desde muy joven fue la fe en Jesucristo la que movió cada paso de su vida, como expresa su lema episcopal tomado del Salmo 40: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad".

San Juan Pablo II reconoció pronto su fuerte personalidad, nombrándole arzobispo de Duala y creándole cardenal en 1988. Fue presidente del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM). En 2008 recibió el premio "Cardenal von Galen" de Human Life International por su trabajo en favor de la familia y el respeto de los derechos y la democracia, y en 2011 Transparencia Internacional le concedió el "Premio a la Integridad" por su labor en favor de la legalidad. Decía que “siempre es necesario escuchar al otro, porque cuando hay un verdadero diálogo, se pueden resolver muchos problemas".

Ante los enfrentamientos y la violencia que se iniciaron en 2016 en su país debido a las reivindicaciones de los cameruneses de habla inglesa, afirmó que "estamos obligados a hacer todo lo posible, incluso a costa de nuestras vidas, para que vuelva la paz". Y desde luego él asumió riesgos para lograrlo. Tanto que en noviembre de 2020 fue secuestrado por un comando de separatistas anglófonos que rechazaba su acción pacificadora, pero el cardenal fue liberado al cabo de unas horas.

El Papa Francisco, al enviar sus condolencias a la familia y al entero pueblo de Camerún, ha subrayado que el Cardenal Tumi “dejó una huella inolvidable en la Iglesia, pero también en la vida social y política de su país, comprometiéndose siempre con valentía en la defensa de la democracia y la promoción de los derechos humanos”. Y ha subrayado que en su vejez “siempre estuvo disponible para el servicio de la paz y la reconciliación”.

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