La vida entregada de un misionero por los católicos de Pakistán y Afganistán
Una labor que realiza en una peligrosa frontera
Madrid - Publicado el
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El padre Thomas Rafferty pertenecía a los misioneros de Mill Hill y fue ordenado sacerdote en Irlanda en 1970. En noviembre de ese mismo año fue enviado a Pakistán. En 1973, construyó casas para 118 familias del pueblo de Josephabad, tras las devastadoras inundaciones de aquel año, e introdujo el primer tractor en el pueblo. En 1975 facilitó el suministro eléctrico en esa misma ciudad y construyó varias pequeñas capillas en el territorio de la parroquia de esta aldea. Posteriormente se dedicó a ayudar a los refugiados afganos que huían de la invasión soviética de 1979.
En 1987 comenzó su misión en las estribaciones del Himalaya, especialmente a través del valle Swat y las montañas de Karakórum, en las áreas tribales habitadas predominantemente por la etnia pastún. Entonces comprobó que nadie quería visitar a los cristianos en esas áreas remotas y se dedicó en cuerpo y alma a esa tarea. De ahí le vino el apelativo cariñoso de “Misionero de las montañas”.
Solía viajar por carretera hasta 30 horas y promovió un gran celo misionero en la diócesis de Islamabad-Rawalpindi. En 1988, fundó las hermanas Misioneras de Santo Tomás Apóstol para servir a estos fieles dispersos y en buena medida abandonados. El “father Tom” continuó su misión cuando los talibanes emprendieron una sangrienta campaña para imponer la ley islámica y derrocar al gobierno democráticamente elegido de Pakistán. El gobierno finalmente recuperó el control del área tras una ofensiva militar lanzada en 2009.
A sus 75 años, el recio misionero irlandés no ha podido superar el COVID, y ha fallecido con las botas puestas, en sus amadas montañas. Más de 20 sacerdotes presididos por el obispo de Islamabad-Rawalpindi, Joseph Arshad, han celebrado su funeral y han hecho memoria de los frutos de toda su vida entregada tan lejos de la tierra que le vio nacer.