La angustia de Nadia Ghulam por traer a su familia: “No duermo, cuando llaman pienso que es el Ministerio”

La escritora, residente en Barcelona, lucha por traer a su Afganistán después de que se hiciese pasar por su propio hermano durante 10 años para ayudarles

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Nadia Ghulam es una escritora afgana, refugiada en Barcelona, una bomba la abrasó con 8 años y se hizo pasar por su hermano, fallecido en la guerra civil. Lo hizo durante 10 años porque sólo con la identidad de su hermano podía alimentar a su familia y estudiar. Ahora, Nadie teme por la vida de su familia, que se encuentra en Afganistán.

Unas negociaciones con representantes del gobierno para el asilo de los padres que ya duran varios días. Como explica la propia Nadia en Fin de Semana, desde el Ejecutivo le han asegurado que están intentando ayudarla. “No he hablado con el ministro pero desde el Ministerio me han asegurado que intentarán traer a algunos miembros de mi familia, pero todavía sólo me han dicho nada”, aclara.

“Estoy esperando con mucha angustia y no quiero llamarles porque seguro que están con mucha preocupación. No quiero ser pesada, pero no puedo dormir, cada vez que alguien me llama pienso que es del Ministerio, luego no es, y llega la frustración. Estoy muy desesperada, no sé qué hacer”, denuncia la escritora en COPE.

“Mi hermana vio un tiroteo mientras hablaba conmigo”

Sobre la situación actual en su país tras la llegada de los talibanes a Kabul, Nadia señala las “torturas y la presión”. “Ahora medios como Al-Jazeera muestran que están en una situación normal, tranquila, pero todo es presión porque no pueden decir lo que está pasando realmente. Cuando estaba hablando con mi hermana se ha hecho el silencio, le he preguntado qué pasaba, y era un tiroteo”, denuncia la escritora, que tuvo que hacerse pasar por su hermano durante toda una década.

Precisamente sobre el esfuerzo que tuvo que realizar al hacerse pasar por un hombre, Nadia lo recuerda como una sensación de intranquilidad absoluta. “Un miedo constante porque, si me cogían, el castigo era lapidar a las mujeres o matarlas directamente. Yo deseaba que, si me cogían, me matasen directamente, porque tenía miedo de que me encerrasen y me torturasen. Perder mi libertad es una tortura”, destaca la autora, que ya ha escrito libros relatando la situación de todas las mujeres de su familia. Precisamente, asegura, la artimaña que ella misma llevó a cabo durante diez años la considera ahora “imposible” de realizar.