Carmen Lomana, su anécdota con Tinder y el coqueteo por WhatsApp
La colaboradora de COPE da consejos para tener una primera cita exitosa y comparte varias de sus experiencias románticas
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Después de presentar en COPE.es sus propuestas para su posible candidatura a la alcaldía de Madrid, Carmen Lomana comparte, desde el Hotel Orfila de Madrid, algunas recomendaciones para mantener un primer encuentro romántico satisfactorio. La colaboradora de ‘Fin de semana’ de COPE, con Cristina López Schlichting, cree que no hay un momento concreto para pedir una cita a alguien sino “cuando tienes el impulso”.
La herramienta cuya aparición le pareció revolucionaria para el coqueteo es el Whatsapp. “Te intercambias los teléfonos con alguien que te ha gustado y empiezas a mandarte ‘mensajitos’ subliminales donde, sin ser tan evidente, le estás diciendo ‘me apetece verte’ o ‘me has encantado’”. La colaboradora de COPE piensa que “al principio nunca hay que ser muy evidente”.
Sobre quién debe pagar la cuenta, Lomana lo ve claro: “si te invita a cenar, por supuesto paga él”. Sin embargo, si hay una segunda cita, los roles se invertirán. Echando una mirada al pasado, confiesa que “cuando era joven y me invitaban a salir, me tenían que pagar la consumición”. Y si su cita era de la misma edad “pagábamos a medias y nos tomábamos ‘un Fanta’ o una cocacola”.
En un primer encuentro se puede hablar de cualquier cosa pero, según nuestra experta, “hay temas que es mejor no sacar como la política o la religión”.
Se muestra contraria a que haya un beso en el primer encuentro, “como mucho uno de despedida pero no en la boca”. Sin embargo, si ya existe una relación de amistad previa o se pertenece al mismo grupo, “no hay que ser muy estrictos, se puede dejar que todo fluya”.
Lomana recuerda con especial cariño su primera cita con un chico cuando era adolescente y se emociona al recordar a su marido, que “ha sido el mejor regalo de la vida”. Tras quedarse viuda, tuvo una historia de amor muy intensa con un hombre que conoció en Marbella de forma fugaz mientras ella vivía en Madrid. Estuvieron hablando por teléfono cada día hasta que él le propuso tener una cita “a mitad de camino”, en Córdoba.
“Yo iba en el AVE como una adolescente, supernerviosa” y tenía dudas sobre cómo vestirse porque “quería dar la mejor impresión”. “Él era un hombre guapísimo que casi me acobardaba”. Había reservado un hotel nada lujoso pero en la mejor ubicación, cerca de la Catedral. “Fue muy bonito, romántico y sencillo”, concluye Lomana.
La convicción de que cuando se tiene un desengaño ya no se vuelve a creer en el amor es “una tontería como la copa de un pino”, según nuestra asesora. De todos modos, admite que es “una persona muy afortunada” porque nunca le han hecho daño sentimentalmente.
No ha sido usuaria de aplicaciones móviles como Tinder para encontrar el amor. “A mí me gusta mirar a la gente a los ojos y a la cara”. Pero sí acepta que son “muy útiles”, porque tiene amigas que se han casado gracias a herramientas de este tipo. “Aparte que para mí, siendo una persona muy conocida y popular, eso es inviable”. No obstante, confiesa que una amiga suya, incluso más famosa que ella, se creó un perfil en una app de este tipo y se rieron mucho con el resultado: “le decían ‘¡cómo te pareces a fulanita!’ pero tú eres muchísimo más guapa”.