En 'Fin de Semana'
El caso de Billy Moore, salir del corredor de la muerte 'in extremis'
Billy Moore pasó 17 años en el corredor de la muerte acusado de haber matado a Fred Stapleton el 4 de abril de 1974. La pena le fue conmutada horas antes de su ejecución.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Billy Moore era técnico del ejército permanente de Fort Gordon, Georgia. Hacía poco tiempo que había sido echado de casa por la mujer, quien sin embargo cobraba su pensión de manutención. A él se le había confiado el cuidado de su hijo de 4 años.
La historia es que un amigo le dijo a Billy que Stapleton tenía 30.000 dólares en su tienda. Fueron allí una noche, pero no consiguieron entrar. Más tarde, volvió Billy solo y con una pistola. Cuando estaba dentro de la tienda, notó que alguien le apuntaba en una pierna con una pistola. Esquivó la bala y devolvió el disparo; la bala que salió de su pistola produjo la muerte a Fred Stapleton.
Billy confesó, y tras una audiencia de tres horas, la sentencia fue pena de muerte. Todo ello acompañado por el abogado de oficio que demostró su incompetencia por lo poco que duró el proceso.
Tras el aplazamiento de su sentencia, encontró la dirección de la familia del hombre al que había asesinado. Les escribió pidiéndoles perdón y ellos, una familia cristiana, le perdonaron; le dijeron que le seguirían escribiendo y que, si quería, que podían ayudarle a orientar su vida hacia el bien.
Billy comenzó a estudiar Teología y Derecho. Creó un grupo con más presos sobre el estudio de la Biblia para así poder ayudarles a ellos también. Durante su estancia en el corredor de la muerte, catorce compañeros suyos sufrieron la silla eléctrica. De hecho, el llegó a estar a siete horas de sentarse.
"Cuando la luz falla en la cárcel, sabes que la silla eléctrica está funcionando" dice con aplomo en 'Fin de Semana'. Y como a otros presos, también a él le llegó el momento. Su ejecución iba a ser el 24 de mayo de 1984. Le hicieron firmar un papel de conformidad, además de preguntarle que qué quería que se hiciese con su cadáver. Podía ser entregado a su familia o ser enterrado en el cementerio de la cárcel.
Durante 72 horas iba a ser llevado a una celda especial, bajo la vigilancia de dos guardias que prevendrían al preso de suicidarse. Recuerda el silencio de la sala contigua, las visitas que le hacían hacer los guardias a la silla eléctrica antes del día de la ejecución, la soledad. El día de la ejecución, los guardias eran amables con él. Hay que respetar el protocolo. Comida rica ese día y buen trato.
"Siempre he creído que si me ejecutaban era lo que Dios quería para mí y si no me ejecutaban, también era lo que Dios quería para mí" afirma. Pero la ejecución fue suspendida, por la insistencia de la familia de la víctima y por el ínterés que despertó en algunas personalidades relevantes como Jesse Jackson o la Madre Teresa de Calcuta. De hecho, la Madre Teresa ya había visitado el corredor de la muerte de San Quintín, California, años antes, y le había llegado a decir a uno de los guardias “lo que le vais a hacer a este hombre, se lo vais a hacer también a Dios.
En 2005, Billy Moore publicó su autobiografía titulada 'I Shall Not Die: Seventy-two Hours on Death Watch' (AuthorHouse 2005). Su historia también se describe en la película “Execution” de Steven Scaffidi.
Ahora Billy Moore recorre el mundo hablando de paz y tratando de convencer a los líderes políticos para que inviertan más en las zonas urbanas deprimidas, donde el crimen seduce principalmente a los jóvenes, como era él. Rehizo su vida, se volvió a casar, tiene tres hijas y mucha esperanza en el futuro para continuar su trabajo, ayudar a los demás y salvar a los jóvenes de una vida violenta. Sigue viviendo con un sentido de culpa: “No olvido nunca lo que he hecho, dice, lo llevo siempre conmigo, pero precisamente por esto lucho contra la pena de muerte y muestro a los jóvenes la importancia de tomar decisiones justas. Tengo el deber de devolver lo que he tenido y lo hago ayudándoles a ser mejores”.