Día Contra la Trata de Personas: "Las prostituían en colchones separados 10 centímetros"

Félix Durán, teniente de la G. Civil, y Marifrán Sánchez, directora de la Sección de Trata de Personas de la CEE, han contado en Fin de Semana su labor

Cristina L. SchlichtingMiguel Soria

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El sábado 8 de febrero está marcado en el calendario eclesial porque, desde 2015, se celebra la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la trata de personas. Se suman los esfuerzos al Día Internacional de la Amistad del 30 de julio, son dos días de esfuerzo que recordamos en Fin de Semana con motivo de nuestros dos invitados.

Han pasados por Fin de Semana con Cristina Félix Durán, teniente de la Guardia Civil y jefe de la sección de trata de personas de la UCO, y Marifrán Sánchez, directora de la Sección de Trata de Personas de la CEE. El teniente ha afirmado que, “por desgracia, España es una potencia en la explotación sexual de las mujeres, con una demanda extraordinaria y un comercio enorme. Son continuos los casos que realizamos a lo lago del año, además en todo el marco de la Península Ibérica. Hay mujeres de varios países, pero ha aumentado especialmente el índice de las que vienen desde Sudamérica, concretamente de Venezuela y Colombia, acuciadas seguramente por la crisis allí. En los clubes de carretera hay, sobre todo, de Sudamérica. El índice más alto es de mujeres de origen rumano y, en calle por desgracia hay mucha mujer de origen nigeriano”.

También estamos viendo, en el ámbito de las mafias, métodos relacionados con la brujería, como cuenta Durán: “Son ritos vudús y están muy metidos en su parte religiosa, ellas se los creen totalmente y, cuando llegan a España, se ligan a esa organización porque, entre otras cosas, tienen auténtico miedo a que esos ritos les hagan algo a ellas o a sus familias, llegando a temer por la vida”

Durán ha relatado lo que pudo encontrar la Guardia Civil en unos viajes a África realizados para poder ver estos ritos y luchar contra ellos: “En ellos aparecen animales, son una especie de circos, con arena y tierra. En el suelo suelen extender sábanas o lo llenan de harina y a las niñas les hacen cortes en el cuerpo y unen su sangre a la de estos animales, luego les obligan a que se impregnen manos y pies con esta sangre, firman ese pacto en el suelo o en la sábana y parte de esa sábana o ese suelo lo meten en unas bolsas con uñas o, en algunos casos, con pestañas y pelos vaginales; todo esto es parte de ese rito, de esa unión con su dios, y ellas creen que si se rompen ese rito habrá consecuencias”. “Si ellas huyesen”, continúa el tiente, “el brujo las tendrían en su poder y pueden atacarlas o a sus familias. Son ritos muy metidos en su mente pero se pueden romper. A nosotros los 'brujos buenos', que ellos llaman 'priest', nos decían que se pueden romper cuando se quiera, el mismo sacerdote que lo hace lo puede romper. Esa parte ellas no lo saben, por lo que cuando nosotros volvemos a España se lo contamos e, incluso, aunque parezca un poco de broma, se puede hacer por videoconferencia con ese brujo y que ellas vean que se puede romper”.

Sin embargo el caso de las rumanas o sudamericanas es distinto ya que no se atreven a marcharse: “Estamos hablando de otro tipo de trata”, explica Durán, “es un 'loverboy', el amante. Las enamoran desde jóvenes en sus países de origen, con mucho dinero o fingen tenerlo, luego las rondan en su ambiente de mucha pobreza y las captan poco a poco hasta que ellos ven que ellas no pueden romper ese vínculo amoroso y entonces ellas van a hacer lo que ellos quieran. Las traen a Europa, donde van a ser explotadas, sobre todo en Alemania, Italia y, por desgracia, aquí en España, y simulan un problema grande y las dicen que tienen que colaborar, y la única forma de colaborar es en la calle siendo explotadas sexualmente, y ahí es donde empieza la explotación sexual”.

Por su parte, Marifrán ha contado que tiene contacto con las hermanas adoratrices que realizan un trabajo con prostitutas y prostitutos: “Hay casos de hombres víctimas de la trata”, afirma, y relata el caso de un chaval procedente de Senegal que había realizado un viaje a través de Mauritania y de Marruecos y que, en ese viaje, aprendió a prostituirse: “No es lo habitual, porque lo normal es explotación con mujeres, pero los hay. Son varones que vienen a trabajar en el campo, en la agricultura intensiva, y que se ven forzados a este tipo de actividades para salir adelante porque no tienen alternativa. Por el camino ya tienen que pagar a las mafias y en España ven que no hay suficiente trabajo y tienen que prostituirse. Es un amanera de sobrevivir y hay gente que no tiene otra alternativa, y así envían dinero a sus familias”.

Por desgracia no es la única explotación, como explica Sánchez, ya que hay también muchas mujeres explotadas en el trabajo doméstico: “La laboral se suele circunscribir al entorno doméstico. Conocemos el caso de Samira, una mujer víctima de trata engañada que fue traída a España para vivir en casa de unos compatriotas y se vio forzada a unos trabajos diarios sin descanso durante 3 años, puro régimen de esclavitud. Se la intentó casar con una familia marroquí de Francia y además con contraprestación. Ella se asustó y acudió en busca de ayuda a las adoratrices, quienes tienen proyectos de acogida de intervención y acompañamiento a víctimas de la trata”.

El caso más duro y sobrecogedor lo relata Félix Durán, quien tuvo relación con las adoratrices a raíz de unas detenciones en Almería en una comunidad de nigerianas que se prostituían: “Eran niñas, algunas mayores de edad pero también había menores, todas explotadas sexualmente en cuevas sin agua ni luz y ahí realizaban actos por 5 o 10 euros en unas condiciones terribles. La suerte fue encontrar al proyecto adoratrices de Almería, que nos dieron un apoyo que no podría valorar, se me ponen los pelos de punta porque eran tantas las niñas que nos pedían ayuda... llegamos a tener 18 niñas una tarde y no sabíamos ni dónde meterlas. Llamé al proyecto adoratices y la palabra fue 'bueno ya veremos dónde las metemos pero tráelas'. Estas cosas que, sin ellas, no podríamos hacer absolutamente nada”.

“Encontramos 3 o 4 colchones separados solo por una sábana”, añade el teniente de la Guardia Civil, “y ahí mantenían relaciones sexuales a menos de 10 cm una persona de otra. No es lo normal, de hecho las condiciones en las que encontramos mujeres explotadas sexualmente son mucho mejores que en los casos de trata laboral como bien decía María. En este caso concreto de las niñas nigerianas hablamos de lo más terrible que podemos ver. Ahí se podría coger cualquier enfermedad venérea en cinco segundos”.