La Esquina del Misterio: Javier Sierra explica cómo una noche en la Gran Pirámide puede cambiar la vida

Preguntarse es una esencia de la existencia, un anhelo por saber. Hoy Javier Sierra nos cuenta la noche de Napoleón en la Gran Pirámide de Guiza

Cristina L. SchlichtingMiguel Soria

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Nuestro experto y escritor Javier Sierra relata cómo fue la noche del 12 al 13 de agosto de 1799, una noche muy particular para Egipto y para Napoleón Bonaparte: “Entonces era el joven general Napoleón, con 29 años, decide, al final de su estancia allí (llevaba un año dominando el país), pasar una noche a solas en el interior de la Gran Pirámide. Creemos que fue algo que decidió influido por sus lecturas. Él había accedido a textos en los que se sugería que Julio César y Alejandro Magno, que habían sido también señores de Egipto, habían puesto a prueba su resistencia al miedo y a la oscuridad en la Gran Pirámide, y él, que le gustaba imitarles todo lo posible, decidió someterse a la misma prueba”

“Esa noche”, sigue Sierra, “acompañado por un grupo de hombres, llegó a los pies del monumento y dejó a sus soldados fuera. Se metió por los pasillos del monumento, que no están como están hoy, para nada”, aclara.

El escritor describe con todo lujo de detalle el interior: “Nos enfrentamos a una estructura interna muy compleja, con varias galerías ascendentes de 1,20m lisas, que hoy podemos escalar fácilmente gracias a barandillas a los lados donde te puedes agarrar y unos listones de madera en el suelo que te permiten ir remontando esos 40 metros de ascenso hasta la gran galería, una estructura increíble de 9 metros de altura que termina en un pequeño pasadizo que da a la cámara del rey, la cual es una habitación muy singular: 10 metros de largo por cinco de ancho y otros cinco de alto, completamente revestida de granito rojo, cubierta por 9 losas de granito de casi 70 toneladas cada una. Y, en el centro, un sarcófago de 2,10m de largo por 90cm de ancho hecho en una sola pieza de granito rojo que no se puede sacar de la estancia porque es más grande que el conducto que permite el acceso. Fue introducido, seguramente, por el techo durante la construcción y con unas medidas pensadas para que nadie pudiera saquearlo y llevárselo”.

Y entonces retoma Sierra esa noche de Napoleón: “Hacia esa estancia se dirige Napoleón aquella noche, en esa habitación pernocta durante 7 u 8 horas”. Llega el momento de saber qué pasó después: “Cuando sale, lo hace con rostros desencajado, extraño, sus hombres acuden a socorrerle. Cuando le preguntan qué le ha sucedido, responde con un 'aunque os lo contara, no me ibais a creer'... y no lo contó jamás”.

Lo que ocurrió tres días después es notorio, sobre todo por lo que no pasó: “Esa mente racional increíble abandona Egipto y lo hace en circunstancias particulares. Decide huir de allí, dejar a sus hombres casi a su suerte con un general al mando y regresa 'de estrangis' a Francia, y allí urde un complot que luego le convierte en cónsul y en emperador”. ¿Qué es lo que no pasó? “Lo normal era que hubiera sido ejecutado por traidor por haber dejado a sus hombres”, detalla Sierra, “y, sin embargo, viene embebido de tal aura casi mística que logra seducir a todo con el que habla y termina conquistando el poder absoluto a través del consulado primero y, posteriormente, del imperio que fundará. Algo le pasó en el interior y le cambió su visión: perdió el miedo a todo”.

¿Qué sería? Sierra cree saberlo: “Yo pasé una noche en ella hace años, en 1997. Me quedé encerrado seis horas por la noche, quise hacerlo, iba detrás de un gran reportaje sobre esa noche de Napoleón, y me dejaron en medio de la más impenetrable oscuridad que he visto en mi vida. He ahí el tema: el miedo. No escuchar, no ver, no oler... si vences eso, si logras sobreponerte a esa circunstancia y sales de ahí, a qué le vas a tener miedo. Porque esa oscuridad es la muerte, es una metáfora de la muerte y tú terminas comprendiéndolo. Si vences a esa oscuridad, has vencido al mayor de los miedos que es el miedo a la muerte. La muerte la asimilamos con negrura y allí se puede palpar”.