Las grasas generan estados depresivos

Carmen Candela y Pedro Martínez hablan en Fin de Semana con Cristina sobre los efectos de la comida basura

Cristina L. SchlichtingRedacción Fin de Semana

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En la etapa de la niñez tenemos el problema de la educación. La comida sana se consume por obligación, mientras que la comida basura es un premio. Es el eterno premio-castigo con el que empezamos a reconocer la comida basura como algo que nos satisface.

La adolescencia suma los puntos de entorno y precio. Las amistades, los planes de amigos, las cenas fuera... La comida basura es rápida, barata y en ambientes más atractivos para los jóvenes. Restaurantes de colores, espacios abiertos y sin protocolo. Y el precio, clave en los bolsillos de los adolescentes.

La edad adulta se mezcla con el trabajo, las prisas, el sedentarismo y las múltiples opciones de comida a domicilio sin mucho recargo.

EL SABOR es clave. Hay estudios que afirman que si se hace una publicidad sobre comida sana reduce nuestras expectativas de que va a ser rica y va a encantarnos. (Además, suelen llevar azúcar, sal, glutamato, chile, cebolla o productos lácteos. Estos aditivos lo que hacen es estimular nuestras papilas gustativas “radicales”)

LA SUGESTIÓN. Nuestro cerebro relaciona los sabores buenos con comidas que nos son atractivas. Todo lo que tenga que ver con las grasas y el azúcar siempre estará mejor visto que lo sano y apetecible.

EL OLFATO despierta nuestro apetito. Otra de las claves de la comida basura, saben que, incitando al sistema digestivo, nos va a apetecer lo que mejor huele. Por eso llevan tipos de aditivos que estimulan el olfato, llaman la atención de nuestro cerebro, que se lo manda al estómago y nos pide un perrito, pizza, hamburguesa, etc.

EL AZÚCAR como estimulante principal. La glucosa es el combustible de nuestro cerebro. Y el cerebro, a lo largo de la evolución nos ha engañado para creer que nos gusta lo dulce tan solo para alimentarle.

LOS ANTOJOS. Aunque pensamos que es solo cosa del cerebro, eso de recordar sabores y degustarlos en la boca, el estómago también detecta los sabores, y nos dice que le apetece. Estos receptores también pueden hacernos necesitar algún tipo de comida basura. Y es que estos receptores son capaces de saborear la grasa y las proteínas que consumimos en la comida basura habitual.

Nuestros expertos nos animan a mantener una dieta sana: “Perdemos las costumbres de comer comidas sanas, educamos a nuestro paladar en comer insano” dice el psicólogo. “Convendría que revisáramos que papel le damos a la alimentación en nuestra lista de prioridades”. Carmen Candela cuenta que es más fácil “pasar por la panadería que preparar un bocadillo de jamón. Tienen muy pocos nutrientes y lo que hacemos es crear una infancia de gordos. Los padres tenemos que hacer esfuerzos por crear una dieta sana, incluso crear un momento familiar para hacer una receta nueva o sana” dice la médica.

Por norma, los alimentos hiper calóricos no deben ser un premio ni un recurso fácil para los padres. No debe ser una recompensa, sino una excepción” dice Carmen Candela.