Los hijos nacidos por donación de esperma en busca de sus orígenes, en COPE: "No somos muletas emocionales"

La ley en España no garantiza a los hijos nacidos por este método conocer a los padres biológicos y en 'Fin de Semana' de COPE hablamos con dos de ellos, que rechazan esta práctica

Ana RumíRedacción Fin de Semana

Publicado el - Actualizado

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Cada año nacen en nuestro país entre 10.000 y 15.000 niños por donación de semen o de óvulos. Un modelo que en España está regulado por la Ley de Reproducción Asistida. Para ponerte en situación, las donaciones de gametos, recoge esta norma, han de ser voluntarias, altruistas y anónimas. Es decir, los hijos resultantes de esa donación no pueden saber quiénes son sus padres biológicos y viceversa salvo contadas excepciones.

Y vamos un paso más allá, porque está regulado de tal forma que España se ha convertido en uno de los países que recibe más turismo reproductivo y que, con su esperama y óvulos, abastece a gran parte de Europa. Y aunque en otros países está regulado de tal forma que los niños nacidos con este método pueden conocer a sus padres bilógicos, en España, la norma lo prohíbe.

En Fin de Semana hemos querido profundizar más sobre este tema, y hablar con dos personas que nacieron por este método y que no dejan de reclamar conocer a su familia biológica por múltiples razones.

Te los presentamos: Miquel Roura tiene 41 años. En plena adolescencia, su madre le reveló que su padre biológico no era el que él creía. Era fruto de una donación de semen. Y María Sellés nació en 1990, hija de madre soltera. Desde niña supo que un donante de esperma hizo posible su nacimiento.

Ahora, ambos han fundado la Asociación ‘Hijas e hijos de donantes’ para pedir la abolición de esta Ley que protege la identidad los donantes y que impide a estos hijos conocer a sus padres biológicos.

La necesidad de conocer sus orígenes

Tanto Miquel como María tienen un fin común: conocer sus orígenes y a sus padres biológicos. ¿La razón? Saber qué les puede deparar el futuro. Eso sí, sus historias son un poco diferentes.

En el caso de Miquel, se lo revelaron cuando él preguntó, muy preocupado, si podía padecer una enfermedad neurodegenerativa que tenía su padre. Fue entonces cuando se sintió aliviado, aunque no sería hasta tiempo después cuando entendió lo que eso significaba. "Quise reconocerlo como un acto de amor y no quise tocar más el tema, pero me di cuenta de que había cosas que no estaban en orden y que esa era la pieza que no estaba colocada, como si el vínculo biológico no tuviera ningún tipo de importancia" explicaba.

Él siente la necesidad de encontrar a su padre biológico, pero por saber cuáles son sus orígenes y qué puede transmitir o no a sus hijos. "Cuando he tenido hijos, qué es lo que les he transmitido, no sé mis antecedentes médicos, cuando he estado contacto con personas especializadas en antropología, todavía va cogiendo más magnitud la violencia y vulnerabilidad que hay en nuestro colectivo" contaba.

A María le pasa algo igual. En su caso, su madre nunca le ocultó que su padre era un donante, aunque sí lo hizo con sus abuelos. Siempre se sintió completa, hasta que llegó la adolescencia y se dio cuenta de la magnitud del problema. "En mi adolescencia, con las clases de naturales, entendí que eso venía de otra persona y me trastocó bastante" apuntaba en Fin de Semana.

Eso sí, esas inquietudes no se las quiso revelar a su madre, por si, en algún momento, pensaba que ella no quería a la familia monoparental que había creado. "Hace tres años decidí contarle a mi madre que quería conocer a mi padre. No quiero establecer un vínculo con él, quiero conocer mis orígenes y saber quién soy" contaba.

Indagaciones por encontrar a su familia biológica

Miquel y María han buscado sin cesar a su familia biológica y, como explicaban en Fin de Semana, casi lo consiguen. María ha conseguido hablar con un primo tercero suyo, aunque no está tan cerca de encontrar a su padre.

Miquel, como explicaba, ha hecho una "triangulación para saber cuál es la familia biológica, pero no tengo más acceso. He contactado con personas cercanas, pero él ha declinado ayudarme, porque sería vulnerar ese anonimato que firmó en su día" contaba.

Se sienten rotos, tristes y, sobre todo, violentados, porque creen que han servido, a su manera, como "muletas emocionales" y creen que la adopción debería ser la forma de poder cumplir un sueño familiar cuando no se puede tener hijos. Porque, como explicaba María, "no podemos servir para satisfacer los deseos de otros".