La madre de Cristina: “En los 50 los viajes eran muy incómodos salvo los de avión, que eran maravillosos”

Ingeborg Schlichting vuelve a la antena de Fin de Semana para contarnos cómo eran los largos traslados, muy distintos de los de ahora, sobre todo los aéreos

Cristina L. SchlichtingMiguel Soria

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Una semana más no podía faltar Ingeborg Schlichting, madre de Cristina, para contarnos sus memorias, sus recuerdos, sus historias. Hoy nos relata cómo eran los viajes en los años 80: “El tráfico ha mejorado. Yo vine en tren porque era el medio más barato y seguro, pero en París me tocó una huelga de ferroviarios y me tuve que quedar allí cuatro días, todo eran problemas, pero las carreteras también eran malas. Las secundarias eran por tierra tanto en Castilla León como en Extremadura”.

Ingeborg tuvo un Seat 600 de segunda mano y “teníamos que parar muchas veces porque cuando llovía se paraba porque tenía en el morro una rejilla que se colaba la lluvia en el motor. En Hamburgo llovía todo el rato y se paraba siempre”. En otra ocasión se fastidió la puerta trasera “y todo salió por la carretera y tuvimos que parar y recogerlo. Las carreteras francesas se las traían, tocaba por delante un vehículo agrario y no podías adelantar, tenías que ir dos horas detrás del tractor”.

La madre de Cristina recuerda cómo “de los 50 hasta hoy los transportes han mejorado mucho, hay trenes maravilloso y coches más cómodos. El transporte en avión no ha mejorado, se ha abaratado y casi todo el mundo puede pagar el billete. En aquel entonces el servicio era maravilloso, había suficiente sitio en los aviones, ahora vamos como conejos, donde hay una fila ahora van tres. Es incomodísimo. El viaje con tu padre a Cuba tenía las piernas dormidas al llegar. Ahora la comida llega malísima, antes se servía en porcelana y era rica, era un lujo, ahora no”. Ingeborg también critica cómo la gente intenta, en su opinión, forzar el equipaje de mano para que todo quepa: “Hay bolsas llenas de cosas y te las ponen encima de la cabeza y tienes miedo a que te caigan”.

Por último, destaca las largas distancias en los aeropuertos: “Hace poco tuvimos que hacernos con una silla para sentarme, kilómetros y kilómetros dentro del aeropuerto para llegar a la zona de despegue. Y además es muy incómodo que tengas que sacar el billete con las máquinas, ves a los ancianos que no saben hacerlo”, termina.