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Ingerborg Schlichting cuenta de primera mano cómo vivió Alemania la victoria de los Aliados

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Hoy Cristina habla con su madre de jugar entre las ruinas de una Alemania bombardeada, de vivir otro confinamiento distinto al de una pandemia. Hoy terminan los capítulos de la guerra que la madre de Cristina ha ido relatando a los oyentes.

A los ojos de una niña de 8 años, los cascotes, edificios y calles destrozadas por la guerra se convirtió en su campo de juegos: “Para nosotros era un parque, encontrábamos de todo, aunque lo teníamos prohibido. Encontrabas inyecciones, vendas, jugábamos a la guerra. Muchas veces me quedé castigada por venir hecha un desastre, con vestido roto o las rodillas despellejadas. Mi madre con las ruinas tenía una lucha tremenda con nosotros. De vez en cuando se descolgaban plantas de edificios o fondos de escaleras”.

También ayudaban a reconstruir sus casas y sus vidas: “La reconstrucción fue tremenda, porque la vivienda escaseaba muchísimo. La gente se iba de las zonas que ocupaban los rusos, tenían una fama tremenda, decían que los rusos saqueaban viviendas y violaban mujeres. Teníamos mucho miedo. La gente que venía de Berlín y se afincaba en Hamburgo generaba más problemática. Había que repartir la vivienda. En la parte occidental se reconstruía muy deprisa para atender a tanta gente”.

La guerra dejó Alemania, como los otros países, con mucha escasez de mano de obra: “Las personas, niños, mujeres y ancianos tenían que trabajar en las labores de limpieza y reconstrucción. Los hombres o habían muerto en el frente o quedaron muchos años encerrados en campos. Durante años fueron los niños, mujeres y ancianos los que se ocupaban de recoger ladrillos. Se separaban todos los materiales de construcción que se podían aprovechar para empezar la reconstrucción. Muchas casas estaban construidas de manera chabacana”.

“El invierno del 45 fue un invierno espantoso, muy frío. No teníamos cristales, las ventanas estaban tapadas con cartones y no teníamos leña para el fuego. Nos faltaba agua, pero salimos de ese bache. En cambio, la zona de Berlín tardó mucho más en reconstruirse por el control de los rusos” ha contado Ingerborg.

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