La madre de Cristina: “Mi madre tras la IIGM era muy rebelde, pensábamos que tenía un pie en la cárcel”

Una semana más madre e hija reunidas en antena. Ingeborg y Cristina compartiendo memorias, una dando una lección magistral de historia y, la otra, escuchando atentamente y aprendiendo.

Ingeborg Schlichting ha reconocido “llevar bien el confinamiento porque estoy acostumbrada”, aunque también reconoce que “hay que armarse de paciencia”.

Sobre los recuerdos de la posguerra tras la II Guerra Mundial, Ingeborg recuerda que “mi madre era siempre rebelde y totalmente contraria al régimen. Mi padre era mucho más cauto al ser funcionario del Estado y no pertenecía al partido, pero a mi madre la tenían enfilada". Sobre esto detalla que su padre “no subió de escalafón en toda la guerra. Mi madre era muy rebelde e hizo muchas veces comentarios en público y pensamos que tenía un pie en la cárcel".

Tras la guerra, recuerda ella, “empezó a funcionar el mercado negro y mi madre iba de noche al barrio chino a comprar 500 gramos de café para toda la vecindad". Pero claro, en posguerra, los precios se disparan, algo quem por supuesto, pasó: “Un huevo costaba 20 marcos y medio kilo de café 500. La gente vendía todo lo que tenía de valor para comer. Los pueblos tenían obligación de entregar la mitad de sus ganancias".

"Había mucho contrabando de tabaco, y creo que mucho venía de Bélgica”, relata Ingeborg, que añade que “luego llegaron los soldados aliados a Alemania, los ingleses, y vendieron también su tabaco. Pero eso sí, eran muy civilizados y se comportaron correctísimamente. Mejor la ocupación británica que la rusa, yo tenía una compañera de clase que habían entrado en su casa sin miramientos y me lo contó”.

Tantos y tantos recuerdos que tiene ella: “Poco a poco me voy acordando de las cosas porque algunas las tenía olvidadas. En casa por fortuna sí se hablaba pero yo me marché muy pronto".