"Hitler siempre me pareció un payaso ridículo que sobreactuaba"

Ingeborg Schlichting regresa a Fin de Semana con Cristina, esta semana para recordar el culto que muchos dieron al dictador en vida y la hiperinflación de la República de Weimar

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"Hitler siempre me pareció un payaso ridículo que sobreactuaba"

Cristina L. SchlichtingMiguel Soria

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La madre de Cristina ha recordado en Fin de Semana cómo una señora se chuleaba de tirar el ‘pipí’ de Hitler: “Era una señora que trabajaba en un hotel y que se vanagloriaba de que había vaciado ese recipiente y toda la calle nos reíamos de ese acontecimiento”.

Ingeborg relata a su hija Cristina que, tras la IGM, “murió muchísima población porque casi no volvían hombres del frente. Fue durísimo y Alemania, por los contratos posteriores, quedó prácticamente en quiebra, nos quitaron todas las colonias, se repartió prácticamente todo terreno lindante que se disputaba con Francia, nos quitaron mucho y Alemania se quedó en la ruina”.

De esa postración surgió un complejo y un dolor nacional que, cuando llegó el nazismo, se convirtió en una especie de adoración al canciller Hitler: “Él se supo ganar a una gran población porque había tanto desempleo y tanta miseria, luego vino el gran crack de la Bolsa, el dinero no tenía valor y ya sabes que conté que era un problema muy grande, una inflación gigantesca”.

La madre de Cristina recuerda que su madre iba a tomar café con una maleta: “Lo único que pudo pagar con todo ese maletín y el dinero que llevaba fue una tarde una merienda con los niños en un café, y era una maleta pequeña llena de billetes, pero todos estaban atrasados y carecían de valor”. “Este proceso alimentaba el nacionalsocialismo en Alemania”, añade Ingeborg, “luego empezó a hacer las carreteras, hizo autopistas y se metió a hacer armamento. Cuando ya no podía guardar más inició la guerra”.

“Me pareció, totalmente, un hombrecillo ridículo. El que mejor lo representó fue Chaplin en la película que hizo de Hitler que es maravillosa, siempre me pareció un payaso”, afirma Ingeborg que, no obstante, también recuerda que conoció gente que le decía que el dictador les parecía “muy apuesto” aunque ella no sabía “por dónde”. “Si le oyes hablar… no sé, me parecía totalmente sobreactuado, un payaso”, añade la madre de Cristina.

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