‘La Esquina del Misterio’: “He visitado casas con fantasmas en las que había zulos de la Guerra Civil”

El periodista y escritor Javier Pérez Campos presenta en Fin de Semana con Cristina su nuevo libro ‘Intrusos’, relatos escalofriantes de incómodos visitantes en el hogar

Cristina L. SchlichtingMiguel Soria

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Hoy en Fin de Semana con Cristina nos vamos a Estados Unidos, a un pueblo llamado Seaford, a pocos kilómetros de Amytiville. En su corta historia, el número 112 de Ocean Avenue ha sido sujeto de investigación, inspiración para el cine y uno de los relatos de terror que más interés ha suscitado al mundo.

En esta casa, situada en un barrio residencial, se cometió un crimen tremendo en 1974. Su autor, Ronald deFeo, tenía 23 años. El 13 de noviembre, antes de que se sentase la familia a cenar, cogió una bolsita con un narcótico y lo mezcló con la sopa.

A las 3 de la madrugada, cuando todos estaban profundamente dormidos por el potente efecto del sedante, se levantó, agarró su chaqueta y un arma de gran calibre y fue pasando por las habitaciones, disparando en la espalda a todos sus familiares. A su madre, la penúltima víctima, la disparó en la cabeza.

Inventó una historia para la policía, que no funcionó, y fue declarado culpable. En su defensa, dijo que una voz le había obligado a hacerlo.

31 años después del homicidio, cuando Ronald decidió hablar sobre lo ocurrido, ya encarcelado, añadió que había sido su hermana la que los había matado. Su hermana pequeña, que había sido asesinada antes que sus padres. Y también había sido esa la voz que le había acompañado.

Esta casa, desde 1958, había sido el escenario de fenómenos paranormales. Botellas que levitaban, puertas que se abrían y cerraban… Y un lugar en el que el sacrificio de animales era lo habitual.

Efectivamente, este es uno de los casos más famosos, pero no es el más documentado, ni tampoco el más cercano geográficamente a nosotros. En ‘Los Intrusos’, el libro de Javier Pérez Campos, periodista y escritor y colabora en “Cuarto Milenio”, no solo encontramos las historias de terror en la América profunda o en los barrios pobres de Londres. España está plagada de estos lugares, Javier los ha visitado y lo cuenta en Fin de Semana con Cristina, donde relata que “el caso es uno de los más emblemático tanto en el mundo de las casas encantadas como en el mundo del cine, hay muchas películas, la casa es muy particular con grandes ventanales, parece que tiene vida propia y nadie consigue vivir allí más de un año. Los primeros que la habitaron tras el crimen pasaron solo 28 días hasta que vieron figuras que deambulaban por allí. Todas estas imágenes de pesadillas se van apareciendo hasta que no pueden más y se van, y no es leyenda urbana, solo hay que ir a los registros de compra-venta de la vivienda para darse cuenta de que por allí han pasado decenas y decenas de familias, la casa está en venta siempre y nadie aguanta demasiado tiempo”.

“A muy pocos kilómetros está esta casa de Seaford que también sirve de inspiración, entre ellos a Spielberg, para rodar su obra maestra Poltergeist, sobre estos temas”, continúa Javier, “con lo que, a pocos kilómetros, hay dos casas similares donde se han producido fenómenos extraños y que perviven en el imaginario colectivo gracias al cine”.

En su libro no son una ni dos la historias que nos encontramos de este tipo. En todas hay ocultismo, suspense, datos reales, experiencias que ha vivido la gente. ¿Qué ocurre en ellas? Pérez Campos explica que “son cosas que tienen que ver con visiones de sombras. Hay una familia muy cerca de donde yo vivo, en Ciudad Real, que refiere que de noche alguien llama a la puerta, hasta ese momento no pasa nada en la casa, abren la puerta y no hay nadie. A partir de ahí empiezan a suceder fenómenos como una niña que corre por el recibidor y desaparece, una sombra que recorre el dormitorio, sonidos de muebles… todo esto les va dando tanto pavor que terminan durmiendo en el coche en más de una ocasión. Finalmente se tienen que ir de la casa, con situación económica justita, y se van a otro alquiler forzadamente porque es la única manera de seguir adelante. En el libro se ven sus fotos de ellos y esas casas y se ven que son totalmente normales, eso es lo que me interesan, son viviendas normales”.

El título es ‘Intrusos’, y Javier se refiere a “los hermanos oscuros de todos ellos porque son apariciones que surgen en los domicilios, lo que comúnmente hemos llamado ‘casas encantadas’ pero ampliando la perspectiva, me da pudor hablar de fantasmas porque no sabemos muy bien lo que son. A mí me interesa más hablar de la memoria de las paredes, de cómo los lugares que habitamos nos influyen en la mente, de cómo las cuatro paredes que nos rodean a diario nos lanzan información y eso determina nuestro comportamiento y nuestra manera de afrontar el día”.

Su libro ‘Guardianes’ se refiere más a “personas que refieren haber visto a un ser querido que vuelve, o un ángel, o un ser en la montaña que les guía estando perdidos, y los intrusos son apariciones que incomodan al testigo, nos ponen en tensión pero que, en el fondo, no se sabe quién es el intruso, si ellos o nosotros invadiendo su espacio porque en muchos de estos lugares resulta que, al cavar, se encuentran huesos debajo de los cimientos, es como si nosotros hubiéramos invadido esos terrenos y algo se manifestase después”, explica Pérez Campos.

Un detalle importante que nos cuenta es conocer la historia de nuestra vivienda: si hay presencias en una casa o un edificio, muchas veces es porque han sucedido cosas relacionadas con el espiritismo o el satanismo, o es un edificio donde se han cometido actos atroces. Para ello cuenta la historia de Ramón Francia: “Es muy impactante. Un hombre que compra un cortijo en Málaga, todo es normal pero por las noches empieza a sufrir unas pesadillas que tienen que ver con figuras que salen del armario frente a su cama. Son recurrentes pero no le pasan solo a él: algunos amigos suyos que durmieron allí alguna vez salieron espantados de la casa en medio de la noche porque se encontraban con una figura andando por el pasillo. Con el tiempo él se da cuenta, gracias a hablar con el dueño del cortijo, que en ese mismo armario hay una trampilla de madera perfectamente escondida el techo y que, al abrirla, conecta con una habitación en el falso techo de su cuarto. Una estancia pequeña, nadie podía entrar ahí porque no cabrían, aunque yo me desplacé hasta allí y conseguí colarme por la trampilla. Me dejó sobrecogido encontrar un zulo diminuto, y dentro había un arcón con unas inscripciones y, cuando empezamos a investigar, descubrimos que era la historia de los ‘topos’ de la Guerra Civil, muchas personas que tuvieron que vivir escondidas en esos zulos para evitar ser represaliados por sus ideas políticas. Esto es un detalle muy interesante en este tipo de casas: muchas veces las casas no son solo una experiencia de fantasma sino que hay toda una historia que nos conecta con un pasado que parece querer hablarnos para no olvidarlo”.

Por eso Javier asegura que “parece que las casas que habitamos fueran enormes cajas de resonancia en las que uno va dejando parte de su energía. Me interesa mucho esa idea de cómo los lugares nos van afectando en el día a día, y yo cuento una historia maravillosa: un escritor que tiene un bloqueo y decide irse a un hotel abandonado en la mitad de la montaña, solitario, y paseando por sus pasillos, cenando en el restaurante vacío, caminando por la recepción oscura, llega a tener la sensación de ver el fantasma de un niño correr por un pasillo, y todo esto va calando tan adentro de él que genera finalmente un chispazo mágico, el de la creación. Ese hotel es el Hotel Stanley, en Colorado, y ese autor es Stephen King, su experiencia en el hotel terminaría marcándole de tal forma que escribía ‘El Resplandor’, una obra maestra del género”.

Cuando la gente le ha llamado para que les explicase lo que sucede o se has enterado de algún suceso, Javier explica que se ponen en marcha para investigar el pasado de ese lugar: “Por ejemplo, en una casa donde veían a una niña aparecer, se descubrió que debajo había un pozo seco donde había muerto. En este caso usamos un equipo de georradar, hicimos un estudio del suelo para localizar ese pozo y, por lo menos, aunque sabemos que el misterio no se puede explicar y que ahí está su magia, al menos podemos intentar cercarlo casi como un arqueólogo que va limpiando la pieza recién encontrada. Es lo mismo: ir despojando los casos de todas esas leyendas que se van contando y que van adornando la historia pero nos alejan de la realidad o del fraude. Usando esas herramientas llegar al centro de la cuestión, o bien acudes a expertos, yo de hecho entrevisté a Shyamalan, director de ‘El Sexto Sentido’, para que me contase su versión del mundo de los fantasmas, y terminó confesándome que llegó a ver uno o lo que él pensaba que lo era. Todo esto va, de alguna manera, guiándonos por este mundo fascinante y que tiene mucho que enseñarnos sobre quiénes somos y nuestras raíces”.