La Esquina del Misterio, con Javier Sierra: “Los griegos inventaron la guerra bacteriológica”

El investigador y divulgador científico regresa a Fin de Semana con Cristina para profundizar y analizar cómo nos cambian las pandemias

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La Esquina del Misterio, con Javier Sierra: “Los griegos inventaron la guerra bacteriológica”

Cristina L. SchlichtingMiguel Soria

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‘La Esquina del Misterio’ es ese espacio en Fin de Semana con Cristina en el que nos acercamos a las grandes mentes científicas para que nos ayuden a entender los misterios que seguimos teniendo a día de hoy, que son muchos, y arrojar luz sobre ellos.

En esta ocasión el divulgador Javier Sierra nos habla de las pandemias como signo y constante en la historia de la humanidad, que además han traído grandes cambios históricos: “Lo que sospechan los arqueólogos, historiadores, biólogos y médicos es que, en realidad, las plagas nos acompañan desde hace, por lo menos 10.000 años, que se produjo algo que cambiaría, para siempre, la historia de la humanidad. Hasta ese momento éramos, simplemente, tribus de cazadores que buscaban el alimento allá donde estaba: si los animales migraban nosotros íbamos detrás, no teníamos un sitio fijo donde instalarnos y, por lo tanto, nuestra vida era mucho más azarosa”.

“Pero hace 10.000 años”, continúa Sierra, “inventamos, y este es uno de esos episodios notables en el que nunca reparamos, la agricultura y la ganadería. Pasamos del Paleolítico al Neolítico, y en este último empezamos a convivir con animales. No solo a tenerlos en nuestro entorno sino en el mismo sitio en el que nosotros vivíamos. Se convivía con ellos, dormías a su lado porque, por ejemplo, en invierno te daban calor. Y, a la vez, hoy lo sabemos, es una fuente de transmisión vírica de primera envergadura. Pero también se produce otro fenómeno: al asentarnos y apegarnos a un territorio, las comunidades se hacen cada vez más grandes, ya no somos familias que van a un lado y otro del continente sino que somos tribus cada vez más numerosas, y una epidemia necesita individuos, huéspedes, para transmitirse, y ahí es donde se produce el caldo perfecto”.

La escritura, en todo caso, se produce hace 5.000 años, así que tenemos 5.000 años en blanco”, explica el escritor, que continúa detallando que “la primera referencia escrita que tenemos de una plaga es del año 430 a.C., Atenas de los grandes filósofos, donde una plaga infectó a la mitad de la ciudad y que mata a una de cada dos personas, la diezma. No sabemos qué enfermedad fue ni cómo se transmitía, claro, pero sí que aprendieron los atenienses a hacer una cosa que es casi terrible: inventar la guerra bacteriológica, porque se dieron cuenta de que si otro se ponía las ropas de los infectados, también se infectaba, por ello decidieron guardar algunas de esas ropas para poderlas dar a los enemigos o usarlas como elementos de contagio, y eso pasa incluso a la mitología porque se habla de cómo Hércules transmite una enfermedad a través de una capa que da a sus enemigos”.

Sierra también cuenta que “ahora hay una línea revisionista que utiliza la existencia de las pandemias para aclarar, por ejemplo, algunos enigmas históricos”, y lo detalla: “Hay uno que sigue sin ser resuelto y está vinculado a las ciudades mayas: cuando los españoles llegan a América descubren que muchas ciudades mayas fueron abandonadas con todo, desde utensilios a silos de grano llenos, y no se explicaban por qué. Se han esgrimido varias ideas, desde que la influencia del calendario maya dictaba que cada 52 años más o menos tenían que cambiar de ciudad porque era un nuevo ciclo, hasta, y aquí es donde entran las pandemias, que hubieran sido éstas las que obligasen la migración de esas personas dejando todo atrás presas del terror ante un enemigo que destruye no a la materia sino a los seres vivos”.

Ha habido también influencia de estas pandemias en intelectuales por toda la historia, explica Sierra: “De la que más información tenemos es de la última, la sufrimos hace 100 años, la famosa y mal llamada ‘gripe española’, que afectó a los cinco continentes y dejó un reguero de víctimas mortales espectacular cuyas cifras oficiales hablan de 40 millones de muertos, pero es que las extra oficiales las elevan a 120 millones de muertos en los cinco continentes. Resulta curioso que, en la literatura de aquel inicio del S. XX, los grandes escritores no hablaron de esto, hubo un silencio literario: desde Scott Fitzgeral, que la padeció, no dijo nada, hasta Hemingway, nada de nada. Solo Virginia Wolf escribió un pequeño ensayo, ‘De la enfermedad’, donde se lamentaba de que la literatura siempre mirara a otra parte respecto de la enfermedad”.

En la pintura sí que se puede rastrear un poco más, como explica Javier: “Edvard Munch vivió dos pandemias de gripe, la rusa y la española de 1918, y pintó sus varias versiones del grito justo entre medias de ambas. Algunos críticos de arte creen que su obra famosa de ‘El grito’ es el grito de la enfermedad”. “Esto ayuda a poner en contexto la cultura de cada tiempo y cómo se ha visto influenciada por la pandemia”, explica.

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