Schlichting: "Los que acamparon en las calles se subieron a cargos públicos y compraron chalets en Galapagar"

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¡Muy muy buenos días España en este domingo 18 de junio en el que las temperaturas cogen carrerilla! ¿Por qué digo esto? Pues porque bajan un pelitín, con lluvias por la mitad norte y un frente atlántico pero a partir de la semana que viene, del jueves más o menos, nos embalaremos hasta los 42 grados de Sevilla y Córdoba, los 41 de Badajoz o los 36 en Valencia.

Bueno, pues se acabó. Terminó ese ciclo que trajo consigo el 15M, el 15 de mayo de 2011, cuando los indignados denunciaron el bipartidismo español y quisieron una sociedad asamblearia, con mayor participación directa y denunciaron a las castas y a los poderes económicos que dominan las sociedades contemporáneas.

No todo fue despreciable ni malo en esa ola. Los millenials, los jóvenes nacidos en los 90, se animaron otra vez a interesarse por la política y se preguntaron cómo contribuir a la política y la justicia social.

Lo que pasó es que los que acamparon en las calles se subieron a los cargos públicos, se compraron chalets en Galapagar y empezaron a hacer política ideológica a la soviética.

Bueno, pues ese ciclo termina hoy formalmente con el vuelco en los ayuntamientos que fueron de Podemos o de las confluencias. Sale el alcalde Kichi de Cádiz, en Madrid ha dejado Almeida atrás la época de Manuela Carmena, se acabó el Pacto del Botánico en Valencia y punto final a Colau en Barcelona. Son historia el alcalde Santisteve en Zaragoza o las Mareas Gallegas encabezando los consistorios gallegos.

La fortísima reacción social contra Bildu y los separatismos, con los que ha gobernado Pedro Sánchez, explica buena parte de lo que hoy vemos. El PP ha dado en Barcelona los votos al Partido Socialista para que Jaume Collboni pueda gobernar. Salen los de Colau del poder, al menos por ahora, y tampoco sube Puigdemont con su candidato Xavier Trías.

Los populares también han apoyado al PSOE en Vitoria, para evitar que Bildu, que había ganado las elecciones allí, gobernara la capital alavesa. Y los han sacado de todos los municipios importantes del País Vasco porque han apoyado el pacto PNV-PSE en todos los sitios donde ha sido necesario para quitar a los abertzales.

Especialmente emocionante ha sido el caso de Durango, donde los de Bildu gobernaban hasta ahora, y el único voto del PP ha propiciado el cambio. Carlos García tuvo una conmovedora intervención cuando recordó a su compañero Jesús Mari Pedrosa, su antecesor, que fue asesinado por ETA en un crimen de los de tiro en la nuca en por el que nadie ha sido condenado todavía.

En la capital Navarra se mantendrá UPN, pero el avance de Bildu, blanqueado desde Madrid, es muy significativo. Será una legislatura complicada para la nueva alcaldesa, Cristina Ibarrola, que tendrá que regir el consistorio con tan sólo 11 apoyos, sus ocho concejales y los dos del Partido Popular. Los socialistas navarros han votado en blanco.

El cambio de tendencia en España ha puesto en el altar del sacrificio a Podemos. Para lavar la cara del nuevo proyecto de ultraizquierda, que ahora se llama Sumar, han sacrificado a Irene Montero.

La ministra no ha hecho nada que no compartiesen Yolanda Díaz, pero ésta no quiere mancharse las manos con los trastos rotos del 'sí es sí'. Fuera Irene y pactito de segunda con Podemos, que al menos evita su desaparición. Como hoy dice en El País, Pedro Sánchez: “La coalición con Sumar sería más fácil, con Díaz trabajamos de manera leal”.

Es una forma de decir, los malos han sido los de Podemos. Los desastres son de ellos. Votadme a mí.