Schlichting: "Morir es cruzar una puerta a la deriva y encontrar lo que tanto se buscaba"
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Era verano y esta era Paloma Tortajada con todos vosotros en un servicio informativo impecable, como todos los que hizo. Oíais su voz magnífica, pero muchos no conocíais sus enormes ojos azules, como de sorpresa, su pelo rubio y lo hermosa que era con esa sonrisa electrificante. En esta España ideologizada y extrema es muy difícil hacer un trabajo informativo tan independientemente perfecto, atento solo al calibre de los hechos. De tal manera lo hacía, que pudo trabajar primero en la SER y luego en la Cadena COPE y en ambos lugares se atuvo solo a los hechos y a los datos de la realidad, con prudencia y equilibrio. Por eso fue la lugarteniente de los grandes, primero de Gabilondo y luego de Carlos Herrera y por eso ha pasado una cosa tan especial como que encima de su féretro, en la capilla ardiente, se viese una fotografía de los tres juntos. Se muere como se vive y Paloma Tortajada murió con valentía, como una jabata de 49 años. Hace unos meses nos encontramos en los pasillos de COPE y me hablaba de su lucha, y añadió lacónicamente: “y si hay que morir, se muere”. Yo me reprocho que, impresionada como quedé, no le dije que aquello era mentira, que no da igual morir. No hay más que ver el dolor de Toni Martínez, que empezó con ella la carrera en la SER, de Luis del Val, de José Antonio Alcalá, o María José Navarro, rota por las lágrimas. No hay más que ver la orfandad en el tanatorio de decenas y decenas de periodistas, desde Cintora a Gabilondo, desde Iñaki Cano a Carlos Herrera, todos heridos de pena fuesen de izquierdas o de derechas, todos alrededor de sus pobres restos como solo los más grandes en España, tan dividida, consiguen aunar. No daba igual, Paloma, morirse. Lo que sí que es cierto, como dijo mi maestro José Luis Martín Descalzo, es que “morir no dura siempre, morir se acaba”.
Él lo escribió poco antes de fallecer esperanzadamente y te sirve a ti, Paloma, que ya has acabado de morir. Nosotros aquí en Fin de Semana, tenemos un truco. Porque para los vericuetos de la gloria, y los follones del Cielo nada más diestro que una periodista vieja, con más conchas que un galápago, y por eso te encomendamos a Paloma Gómez Borrero, nuestra otra Paloma. Y así no te perderás, Paloma chica, e irás derecha a la Virgen del Pilar que estaba en tu mesilla mientras agonizabas. Porque no hay mejor cosa, ni en la profesión ni en el Cielo, que un buen enchufe de alguien que te quiere. No da igual morir, Paloma pequeña, y somos muy frágiles en el recuerdo, que ya estamos todos trabajando como locos en las elecciones y ya no nos acordamos ni de la madre que nos parió. Pero morir se acaba y la vida es eterna y allí, en el horizonte, da tiempo a levantar la vista del teclado y mirar al horizonte y sonreír, con picardía, cuando se comprende para qué hemos vivido, aunque no hayamos hecho otra cosa que trabajar. Aquí soltamos dos Palomas y levantamos un instante la vista, que es que azacaneados como estamos, Palomilla, no nos enteramos de nada. Y a veces, los periodistas menos.
Y así es el tran trán tonto de las cosas, que ahora nos va todo en unas elecciones, como si fuese el fin del mundo o fuese a arribar la Salvación. Ayer cerraron campaña los partidos y azuzaron el miedo y la ilusión, que son las dos potencias más instintivas. Pedro Sánchez aventó el miedo a las tres derechas y Pablo Iglesias, el temor a Ciudadanos, que lo mismo pacta con Sánchez – dice el de Podemos- e impide la gloriosa revolución popular, que ahora propaga con gestos de monje benedictino cuando antes era un partisano viril. A la derecha el leit motiv es el miedo a Sánchez, el capitán del gasto cuando se acerca otra crisis y el que ayer criticó a los independentistas, cuando está sentado con ellos del bracete en su trono presidencial. Hay distintos grados de emoción, quizá la más potente la pone Vox, que nos hace creer que podría haber paraíso terrenal en la Tierra, tan tristemente mediocre. Por eso apela Pablo Casado a votar con la cabeza y dejarse de pasiones. Porque está pasando una cosa curiosa.
En las últimas horas, y especialmente desde los debates de la televisión, están subiendo ligeramente en intención de voto Podemos y Vox. El uno por su supuesta moderación y el otro por su ausencia de la televisión, que ha sentado lógicamente mal. Lo que sube Podemos lo baja el PSOE y una parte se pierde en las circunscripciones pequeñas por la división de la izquierda. Y paralelamente, lo que suba Vox lo pierde la derecha e igualmente se perderá en las provincias más chicas. La única diferencia es que al PSOE le van a votar mucho más que al PP y que Pedro Sánchez tiene el comodín de Junqueras, así que seguramente gobernará. Es como una mala broma que cada voto a Vox será un empujoncito para el PSOE.