Schlichting: "Bildu, gracias al trabajo del PSOE, es bandera de una buena parte de la sociedad"
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¡¡¡Muy buenos días España!!! Es domingo 14 de enero y en Madrid ha amanecido un día gris, pero, pero hace algo menos de frío que los días pasados y puede que llueva a mediodía. Es como un compendio de lo que va a ocurrir en toda España a partir de ahora, tras una semana de bajas temperaturas.
La foto de hoy es estomagante para los que durante décadas han sufrido el zarpazo de ETA. Para las víctimas, desde luego, pero también para todos los que pensamos que los delitos que cometió la banda terrorista no eran convencionales, sino que configuraban un chantaje al Estado, una tortura permanente en la que crecimos generaciones enteras y que reclama una gran seriedad con la justicia.
Ayer las calles del centro de Bilbao se abarrotaron de gente pidiendo que los etarras salgan a la calle. La manifestación estaba convocada por el colectivo a favor de los reclusos etarras, Sare. Desde hace diez años el primer fin de semana después de Reyes se convoca esta movilización que, en sus orígenes, exigía el fin de la política de dispersión de presos y el acercamiento a las cárceles de Navarra y el País Vasco. Como el gobierno de Pedro Sánchez ha concluido estos acercamientos y ya todos los etarras cumplen prisión cerca de casa, lo que se reclama ahora es la excarcelación.
Es interesante el lema que se gritaba “Llaves para la resolución” porque hace pensar que hay una parte de la sociedad que apunta a que es hora de olvidar.
No se trata solo de Bildu o de los independentistas, de hecho, el PNV no acudió porque no quiere mezclarse con esta gente. Es que en esta cita extremista estaban todos los socios de nuestro actual Gobierno. Esquerra Republica de Cataluña, Junts (el partido de Puigdemont), Bildu, Podemos, la CUP y el BNG. El discurso del portavoz de Sare, Joseba Akárraga, quien fuera consejero del Gobierno vasco, permite entender bien las posiciones: “Denunciamos a quienes están utilizando las togas con un afán de venganza y utilizando la Audiencia Nacional como una plataforma de prevaricación para impedir que los presos vascos sean sujetos de la aplicación de una política penitenciaria de carácter ordinario. Seguiremos trabajando para sacarlos a la calle.
No los hemos traído aquí para que continúen en la cárcel, los hemos traído a las cárceles vascas para que vayan saliendo”. Se critica a la Fiscalía y a la Audiencia Nacional por recurrir las concesiones del tercer grado a presos de ETA. Presos que nunca han colaborado para esclarecer los crímenes pendientes de dilucidar y enjugar las lágrimas de las familias de los asesinados. Y que no han satisfecho las indemnizaciones económicas establecidas por las sentencias.
La manifestación podría ser una más de las citas anuales de los parientes y simpatizantes de los asesinos si no indicase una profunda división de la sociedad española, que no se daba hasta ahora. Bildu era un fenómeno minoritario señalado por la vergüenza de la sangre y ahora, gracias al trabajo del PSOE, es la bandera de una buena parte de la sociedad española. Verdaderamente se ha convencido a la gente de que hay que pasar página, que reclamar justicia ya es viejuno y que no pasa nada porque personajes que antes parecían extremos, como Carles Puigdemont o Arnaldo Otegui constituyan referencias de la política.
Para mantenerse en el poder con menos votos que la oposición, el PSOE se ha subido a una barca cargada de incertidumbre. Esta semana hemos sido testigos del precio que se va pagando. Sólo en el primer embate parlamentario de esta legislatura, el Partido Socialista Obrero
Español ha pactado la concesión a la Generalitat de competencias de emigración, ha blindado legalmente la amnistía de Puigdemont, ha cambiado la titularidad de la comisaría de Vía Laietana y el cuartel del Bruc, ha asumido el coste de las bonificaciones del transporte público, ha reducido el IVA de aceite de oliva o ha revertido el decreto que auspició la salida de las aterrorizadas empresas de Cataluña tras la intentona de golpe de estado.
Algo está cambiando profundamente en la definición del Estado. ¿Y qué dice el Gobierno? Pues este fin de semana se ha reunido en Quintos de Mora, en Castilla-La Mancha y la ministra portavoz ha resumido que el impulso que están dando al país se resume en tres pilares: “Más y mejor empleo, más derechos y mejorar la convivencia”
Cada paso hacia la federalización se compensa con un anuncio social como el incremento del salario mínimo profesional.
Y hay una gran mayoría silenciosa dispuesta a comprar el discurso. La ministra portavoz subrayó esta profunda división de nuestro país en dos bandos calificando a la oposición de “coalición reaccionaria antisocial”.
La reunión del ejecutivo en Quintos de Mora coincide con la reunión del PP en Toledo. Alberto Núñez Feijoo respondió a este ataque diciendo que “no tiene nada de progresista ni europeísta trocear la inmigración, ni de constitucionalista subastar la igualdad ni las competencias del Estado”. Para protestar contra la amnistía y reclamar igualdad el PP anima a salir a la calle el 28 de enero. Feijoo apuesta por recuperar un reformismo que no trocee España, coincidiendo paradójicamente con el discurso de Page, el dirigente socialista de Castilla La Macha. La palabra que enarbola es igualdad. Ante los españoles.
Es como si, ante un Gobierno con todos los mecanismos del poder, desde el discurso de los medios oficiales hasta el BOE, sólo quedase la calle. El riesgo es una cierta fatiga. Cuando un Partido Socialista que ha armado la historia reciente de la democracia española ya no cree en la igualdad es imposible que no haya consecuencias.
El eje político ya no son los partidos, la derecha y la izquierda tradicionales, porque ¿acaso Page y toda la gente de la calle que con él se identifica no son del mismo partido que Sánchez? Aquí empieza a haber dos realidades de otro tipo. Los que defienden la transición del 78 y la Constitución, y los que empiezan a definir un orden diferente. Se está copiando en grande lo que pasa en Cataluña, que la derecha más derecha se autodenomina progresista y los constitucionalistas pasan por reaccionarios. Y está ocurriendo gracias a los cuadros socialistas. es una deriva con consecuencias nuevas e imprevisibles.