Schlichting: "La mayor potencia política del mundo tiene que elegir entre un populista y un enfermo"

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¡¡¡Muy buenos días España!!! Es sábado 29 de junio, día de San Pedro y San Pablo y primera operación salida de este verano. Seis millones de desplazamientos, calcula la DGT, así que mucho cuidado. Como sé que nos escucháis en los coches, tenéis que tener presente que es sábado de tormentas. Qué barbaridad lo que cayó ayer en Valladolid, las calles parecían ríos.

Una mujer ha tenido que ser rescatada de su coche porque se había quedado atrapada en un túnel y la centralita de bomberos se colapsó.

Para hoy se prevén tormentas en Tarragona, Navarra, Aragón, Soria y Guadalajara. A las once nos cuenta todos los detalles Jorge Olcina.

Y ya ha ocurrido, ya está formado el follón político con los emigrantes. Error. Este es un problema social inevitable, de organización racional y educación de los que llegan. Convertirlo en un choque político genera odio y estorba las soluciones. El siglo XXI está siendo el de los grandes desplazamientos de migrantes hacia el sueño de los países ricos, así que este debate es el de Alemania con el Este de Europa, Siria y Turquía; Estados Unidos con toda Iberoamérica o Francia e Inglaterra con la avalancha desde el África Subsahariana y el Magreb. ¿Cómo nos vamos a salvar nosotros de esto?

El ministro Torres, de Política Territorial, ha anunciado que va a repartir los menores de Canarias por la Península y Santiago Abascal, de Vox, y Puigdemont, de Junts, se han negado. Tampoco ERC facilita las cosas. Los

centros de menores en Canarias están desbordados por la avalancha de jóvenes sin parientes (los llamados menas) y el único que ha respondido a la llamada de socorro de los canarios ha sido Alberto Núñez Feijóo que, eso sí, pide recursos y organización, porque también los centros de menores de las autonomías están hasta arriba.

Según Vox, el reparto obligatorio de menas multiplicará el efecto llamada. “Es inmigración ilegal”, dicen. Efectivamente, ya lo sabemos. Es inmigración ilegal. Pero también sabemos que son niños y jóvenes, que no se les puede deportar y que algo habrá que hacer con ellos. El partido de Abascal ha amenazado con romper los acuerdos de Gobierno con el PP en las autonomías y convierte así este asunto en algo que los partidos se tiran a la cabeza.

¿Acaso no hemos aprendido de Francia que eso no es la solución? ¿Acaso no necesitamos jóvenes y no hay natalidad y se precisa manos de obra? Pues fórmese a estos recién llegados y reacciónese, en vez de destinar los dineros a tonterías. No debe Vox caer en la tentación radical, eso es lo que desea el Gobierno, poderlos señalar de racistas y xenófobos. Si Vox se conduce prudente e inteligentemente evitará la estigmatización. De hecho, el presidente Valenciano, Mazón, que gobierna con ellos, ha negado ruptura con Vox.

Ha pedido con razón una conferencia sectorial sobre el asunto, que es urgente, y ha insistido en que los recursos de la Comunidad Valenciana están al 160 por 100 de ocupación y que el ejecutivo está descargando el problema en las autonomías. Naturalmente, afea que sean justo los socios del Gobierno los que se quiten de en medio.

“Mazón: No entendemos cómo los propios socios del Gobierno, como es el caso catalán, renuncian expresamente y abandonan la posibilidad de hacer recepción de menores migrantes”.

Pues naturalmente que dejan solo al Gobierno. ¡Pero si solo están con él para chantajearlo! Quien sueñe que Puigdemont va a solucionar los problemas de España es que no está en este mundo.

La última es que ayer el propio PSC de Salvador Illa, con todos los partidos independentistas y Sumar, ha registrado una proposición de ley para reformar el reglamento del Parlamento de Cataluña que permita votar a Puigdemont, fugado de la Justicia desde 2017, contraviniendo las órdenes expresas del Tribunal Constitucional.

Estamos asistiendo a la conculcación de las leyes y los procedimientos y eso es una senda peligrosa para cualquier democracia. Claro que el Parlamento Catalán se chotea del Constitucional.

Claro, de la misma manera que el Constitucional de Cándido Pumpido está levantando a Magdalena Álvarez las penas de los ERES, que desviaron el dinero de los obreros a despachos, mordidas, intermediarios y puteros.

O como el propio gobierno está saltándose todo el sistema para convertir la Fiscalía en un instrumento doblegado a su servicio y totalmente desprestigiado, que lo mismo aprueba amnistías al terrorismo light, al uso del dinero de todos para hacer una ruptura de España, o a las negociaciones con Rusia para conseguir apoyos extranjeros en un golpe de Estado.

Con este panorama, ¿a alguien le extraña que Puigdemont nos diga que los menas nos los quedemos nosotros?

Y una pincelada internacional, que necesariamente nos lleva a los Estados Unidos. A estas alturas todo el mundo ha visto a Biden perder el hijo de sus pensamientos y balbucir y trastabillar en el debate con Trump.

Claro, Trump, miel sobre hojuelas, se dedicó a reírse de él, mentir, manipular y ganar el debate. Y ahora los demócratas se llevan las manos a la cabeza. Ahora. Como si no supieran hace años que Biden tiene problemas. No es un asunto de edad, que este señor tiene 81 y mi señora madre, que viene a este programa de becaria, tiene 86. No, este señor tiene problemas de demencia, tiene deterioro cerebral que hace mucho que se evidencia. ¡Pero si hace nada Giorgia Meloni tuvo que cogerle del brazo en Roma y llevarle a la fila porque se había despistado mirando al infinito y se perdía del grupo!

¿Y ahora qué hacemos? La mayor potencia política del mundo tiene que elegir entre un populista incriminado ante la justicia y un enfermo que lo mismo aprieta el botón rojo sin darse cuenta. La prensa demócrata ha puesto el grito en el cielo y pide un nuevo candidato, pero ahora todo está comprometido para las elecciones de noviembre. Elegido los compromisarios, pactadas las candidaturas. Solo cabe que Biden dimita y acaba de decir que ni por soñación.

Desesperados, los más conscientes confían en su mujer Jill Biden, al parecer es la única que podría ponerle el cascabel al gato para que este hombre comprenda que ha llegado el momento natural de jubilarse.

A veces creemos que nuestros problemas son insuperables, pero basta mirar alrededor para darse cuenta que no solo aquí pintan bastos.

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