Ana, viuda de Ordóñez: "Me consta que limpiaba las pintadas amenazantes antes de que yo saliera a la calle"

La viuda de Gregorio Ordóñez recuerda en 'Fin de Semana' cómo vivieron ella y su hijo el asesinato de su marido a manos de ETA

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Ana Iríbar en 'Fin de Semana'

María Bandera

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Tras el homenaje este sábado al concejal del PP Gregorio Ordóñez asesinado por ETA en 1995 San Sebastián su viuda, Ana Iribar ha reconocido en 'Fin de Semana' que “han sido 25 años duros, hemos aprendido a vivir sin él, pero echándole mucho de menos”.

Con tan solo 31 años Ana Iribar tuvo que criar un hijo sin padre. “No lo dice sola, tenía a Javier (su hijo), fue fundamental, tiraba de mi para decirme que había que seguir respirando. Cada noche le contaba el cuento más triste. Mirando al cielo le decía que papá estaba allí, que los señores malos se lo habían llevado y que desde allí nos cuidaba”.

Cada noche contaba a mi hijo el cuento más triste, mirando al cielo le decía que papá estaba allí

Javier tiene ahora 26 años y es consciente de la grandeza de su padre. “Es serio, disciplinado, responsable  y nos ha escuchado tanto a mi como a su tía Consuelo, y lo ha hecho muy bien porque ahora si alguien le pregunta sabe perfectamente quien fue su padre y el significado que tuvo”.

Sabe perfectamente quien fue su padre y el significado que tuvo

“Gregorio no me contaba todo lo que  pasaba, yo sospechaba, pero me ocultaba la verdad. Antes de que saliera de casa, me consta que muchos días limpiaba la pintada amenazante de nuestra calle. Él era así”, cuenta a COPE.

Me ocultaba cosas, me consta que muchos días limpiaba la pintada amenazante de nuestra calle antes de que yo saliera

De aquel día recuerda que echó en falta la llamada que siempre le hacía Gregorio a las 15 en punto. Algo que hacía “desde que eramos novios”. “Estaba en casa con mi madre y el niño y recibí la llamada de mi cuñada muy nerviosa diciéndome que había pasado algo. En ese momento tenía a mi hijo en brazos y se lo tuve que pasar a mi madre porque no quería traslarle todo el horror que estaba experimentado. A los pocos minutos tocaron a la puerta. Eran Eugenio y Maria (San Gil) y no hicieron falta las palabras”.

Aquel día eché en falta la llamada que siempre me hacía Gregorio a las 15 en punto

Poco después del asesinato, Ana se trasladó junto a su hijo a vivir a Madrid dejando atrás muchos papeles y documentos que ahora reúne la exposion 'La vida posible' en memoria del edil asesinado. “Cuando emprendo este proyecto vuelvo a San Sebastián al piso que abandonamos. Allí conservaba muchos objetos personales y descubrí otros que no recordaba, entre ellos un par de cajas con cartas que muchos ciudadanos españoles me dirigieron en aquel momento”.

Recuerda aquella España, marcada por ETA como “dura, difícil”. En San Sebastián “el único  discurso era el del nacionalismo y era difícil romper con él. Me eduqué en una sociedad que callaba, que tenía mucho miedo y que miraba hacia otro lado cuando había un atentado".

Me eduqué en una sociedad que callaba

Pero lamenta que en la España de hoy “el discurso político de ETA siga presente en las instituciones, calles y medios de comunicación”.

Ahora mismo esta democracia es incompleta

“Hay que seguir trabajando, defendiendo esta democracia porque ahora mismo es incompleta”, ha advertido. “Le falta su esencia y está absolutamente contaminada por ETA”.

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