Brotes psicóticos, depresión y demencia: así destruye el alcohol el cerebro de los adolescentes
La ingesta desmedida de bebidas alcohólicas en edades tempranas se ha visto relacionada directamente con el desarrollo de enfermedades graves
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En 'Fin de Semana COPE' hemos podido analizar cómo afecta el consumo desmedido de alcohol en el cerebro de los adolescentes, el cual está en expansión hasta que cumplen los 25 años. Y es que ha quedado demostrado de forma científica cómo existe un efecto neurotóxico muy marcado en distintas áreas cerebrales, como el hipocampo, relacionado con la memoria y el aprendizaje.
En este punto, la asociación entre demencia y consumo desmedido de alcohol en etapas de la adolescencia está más que probado. Por lo que un hallazgo reciente sobre un compuesto que se puede administrar a los progenitores neuronales antes de un consumo de alcohol masivo puede evitar el daño cerebral. Así se podrían prevenir la demencia, los problemas en etapas de aprendizaje o los problemas de memoria que se terminan por desarrollar.
¿Cuándo empiezan a emborracharse los adolescentes?
Los adolescentes empiezan beber en exceso con 14 años. En un espacio de dos o tres horas llegan a consumir unas cinco o seis copas, lo que provoca que se pongan etílicos. Esas neuronas que vas a necesitar cuando vas envejeciendo están muertas.
Entre las justificaciones que suele haber entre los jóvenes que consumen en exceso están la necesidad de inhibirse, relacionarse o estar integrado en un grupo. Estos serían algunos de los motivos que hacen que empiecen a consumir de una forma desproporcionada. Durante estas borracheras juveniles se pueden observar espacios de tiempo en los que no se recuerda qué se ha hecho. Aumenta la agresividad, pueden mantener relaciones sexuales inadecuadas, vómitos, etc. A nivel psicológico, después de una borrachera, pueden incluso aparecer brotes psicóticos.
El problema de la Educación
Más allá de la relación entre la demencia y el alcohol, los expertos consultados por 'Fin de Semana COPE' aseguran que se trata de un problema de educación en la juventud y que la falta de ella puede terminar en problemas más graves. Y es que el alcoholismo prematura termina por ser un desencadenante que catapulta el consumo de otras drogas, como el cannabis.
Otros síntomas que destacan los expertos son la depresión y la amnesia. Y es que el alcohol tiene un efecto inhibidor al inicio de su ingesta, pero que a la larga se acaba convirtiendo en un agente depresor, lo que se agrava con personas adolescentes que son vulnerables.
La clave está en la educación en prevención en etapas de preadolescencia y la labor de los padres en la familia como modelo de consumo.