La esquela de un vecino de Irún que sorprende a su familia cuando la leen en el diario: "No nos cuadra"
Ana y Ainara Oñativia son hijas de Juanito, un vecino de Irún que ha fallecido a los 75 años: "El toque de humor es difícil... pero hay que intentar mantenerlo"
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Saber decir adiós es un arte. Y más cuando ese adiós… es una despedida a la vida. A todo lo vivido y a todos los que nos han acompañado en este fascinante camino que todos andamos. ¿Cómo resumir una vida en una frase?
Juanito Oñativia murió a los 75 años, el pasado 11 de octubre, en Irún. En el Diario Vasco se publicó la correspondiente esquela que llamó la atención de varios lectores. El texto decía así:
“La Familia Oñativia (ya sabéis quienes somos) os envía este recado de su parte (él ahora no está motivado):
"A mis amigos os dejo pagada la última txopera para que brindéis y rememoréis los buenos momentos que pasamos juntos. El brindis se hará en el Tanatorio Crematorio Araso, el 12 de octubre a las 12:00h"
"Por favor, abstenerse los que no hayáis pasado buenos momentos conmigo y los que me debéis dinero".
Y la esquela añadía una nota de la familia:
“Agur Aita, no nos esperes levantado. Que ya iremos llegando, pero avísale a la ama que vamos a tardar!!!! Y vete derecho, que siempre te lías por el camino. Esta semana tampoco te ha tocado la Bonoloto”.
La divertida despedida de sus hijas, en 'Fin de Semana'
Ana y Ainara Oñativia son las hijas de Juanito y han dedicado unos minutos en Fin de Semana: "Estamos como en una noria, a ratos bien, a ratos peor... y un poco extrañadas por la repercusión que ha tenido la esquela. No sé si nos está ayudando un poco a sobrellevar estos primeros momentos porque ha sido como un tsunami... vamos a decir que estamos bastante bien" explicaba Ana.
Juanito, explicaba Ainara, ha fallecido de un cáncer fulminante, un año después de que muriera su mujer. "Nuestro padre ha sido una persona con mucho sentido del humor y siempre con una sonrisa. Nos soltaba un chiste en el momento casi más inapropiado y nos hacía reír mucho. Y ese humor es el de toda la familia. Nos gusta mucho el cachondeo y nuestro padre le gustaba mucho salir de bares, alternar, la música... y cuando se nos estaba yendo ya estuvimos toda la familia reunida con él y, pensando en cómo hacer todo lo que se nos venía, empezamos a pensar en la esquela y vimos que no nos cuadraba mucho el formato tradicional".
Y así surgió la idea. Juanito era amante de la música de Luis Mariano y, como aficionado tomar sus txoperas con amigos, decidieron organizar un brindis en el tanatorio en honor del difunto: "Fue precioso. A parte de familia, amigos y conocidos vino gente que no conocíamos, con la que no teníamos relación, y que nos contaban que siempre estaban con él, anécdotas... fue bonito y emotivo. Y por supuesto, con comida y bebida".
"El toque de humor, aunque es difícil a veces, hay que intentar mantenerlo. En esta vida celebramos todo: un nacimiento, un trabajo, un cumpleaños...y no es celebrar la muerte, sino celebrar haber conocido a esa persona".
Y concluía Ainara: "Si la muerte es parte de la vida... hablen de ello en sus casa. Porque es un tabú pero es algo que nos va a llegar a todos y el poder acompañar y hablar de ello quita mucha carga. Hay que hablar sobre el duelo, que empieza antes de que la persona muera".
El vecino que enmudece a su edificio
Precisamente, sobre ruidos hemos hablado esta semana en 'La Tarde', donde hemos conocido auténticas historias de "venganzas acústicas" y una de esas historias ha llamado especialmente nuestra atención. Este hombre contaba la historia que vivió en su primer piso. "El hombre de arriba, que debía ser una persona jubilada, le gustaba los fines de semana ponerse a hacer bricolaje con la sierra, el taladro, el martillo... ponerse a hacer sus trabajillos", asegura este oyente del programa.
Tanto era el ruido que, en más de una ocasión, subió a advertirle de que los ruidos eran molestos: "Oye, mira, perdona, es que yo trabajo entre semana, me levanto muy pronto y los fines de semana me gusta aprovechar y dormir un poquito más tarde", le dijo este hombre a su vecino de arriba. "Su respuesta fue que no era su problema", contaba a los miembros del programa.
Su decisión, sin embargo, consiguió que el hombre entrara, de alguna forma, en razón: "Lo que hice fue poner el altavoz del equipo de música encima del armario, con el bafle hacia el techo, subía la música a tope y me bajaba a la calle. Dejaba la música encendida", ha confesado. "Parece que el hombre entró en razón y ya nos empezamos a respetar los horarios", concluía. Una revelación que despertó las risas de todos los miembros del equipo.
También pudimos conocer la historia de una mujer, cuya vecina de arriba le tenía "alteradita perdida". Parece ser que tenía una niña de unos "ocho o diez años" y se quejaba en 'La Tarde' de que "si andan descalzos, si saltan, si juegan, bailan. Pero es que desde que llegan a casa hasta que se acuestan a las once y media es un sin parar".