El farero: ni extinto ni solitario, una profesión que sigue siendo necesaria

Rosa Rosado habla en Fin de Semana con Carlos y Mario, dos personas encargadas de dos faros que relatan cómo su trabajo tiene más de lo que parece

00:00

El farero: ni extinto ni solitario, una profesión que sigue siendo necesaria

Redacción Fin de Semana

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Este sábado 7 de agosto se celebra el Día Internacional del Faro. Esa torre que, durante la noche, sirve de señal a los navegantes, de la que se dice que es el único edificio incapaz de estropear el paisaje, que lo que hace siempre es complementarlo, y cuyo origen relató Homero en 'La Odisea', del que dice que nacieron con el primer fuego que se hizo en una costa para guiar a los navegantes.

A los hombres que se ocupan de mantenerlos y de vigilar su funcionamiento los llamamos comúnmente farero aunque tenemos que advertir que se llamó oficialmente de una manera mucho menos romántica, técnicos de sistemas de ayuda a la navegación.

Estos profesionales llevan años advirtiendo de la extinción inevitable de su trabajo a causa de la llegada de las nuevas tecnologías. Cuando se jubilan no se les sustituye sino que parte de su trabajo se lleva cabo por medio de la tecnología.

Por eso visita Fin de Semana con Rosa Rosado el técnico de sistemas de ayuda a la navegación Mario Sanz, del Faro de Mesa Roldán, en Carboneras, Almería: “Este es un mirador privilegiado, un sitio precioso. Es un sitio tranquilo y además se han hecho más faros, con lo que no están en peligro de extinción, no así los fareros porque no se contratan nuevos. Algunas autoridades portuarias están contratando gente con el mismo trabajo que hacemos nosotros y en otras están poniendo empresas auxiliares para el mantenimiento”.

Mario explica que las últimas oposiciones a farero se convocaron en 1991 y no ha vuelto a ver más: “Yo soy del 90, aunque entré a trabajar en el 92, y calculo que en 10 años no quedamos ninguno”. Sobre el trabajo de los radares y si éstos pueden suponer el fin del trabajo de los fareros, Roldán destaca que “todos los capitanes me dicen que confirman con la luz, es como si vas en el coche mirando el navegador, tienes que levantar la vista y mirar alrededor para confirmar, pues esto es igual, al final te fías de lo que ven tus ojos. Si estás a 20 millas y todo negro alrededor, ver una luz es más importante que mirar a una pantalla”.

Mario, además, vive con su mujer en el faro y llevan allí media vida: “29 años hace que estamos aquí y es muy distinto, yo vengo de Madrid de dirigir un bar de copas y estar aquí, en un parque natural, te hace ver lo pequeñito que eres, que forma parte de la naturaleza pero una parte ínfima. El cambio fue porque mi mujer quería mar así que toma mar, vi en el periódico el anuncio de la academia que preparaba para farero y no pensé que fuera aprobar porque las oposiciones eran muy difíciles pero aprobé”. Sobre la adaptación, “lo llevamos muy bien”, reconoce por sorpresa, “nos adaptamos muy bien, empezamos a conocer en seguida a la gente del pueblo y la soledad se quedó en nada”.

Ahora mismo su función es “todo lo que tiene que ver con señales marítimas en nuestra zona, y ahora somos un farero para tres o cuatro faros, antes éramos dos o tres para cada faro, la cosa ha cambiado mucho. Inspeccionamos los puertos de alrededor, llevamos bollas, balizas, etc.”.

Además Mario ha hecho un museo para dar a conocer su labor: “Empezó siendo pequeño pero ahora es grande y poco a poco más. Trato de que se puedan hacer todo tipo de actividades culturales como lectura de poemas o presentaciones de libros, cualquier actividad que ayude a dar visibilidad a los faros y su romanticismo, además del mantenimiento que implica que es mucho, muy importante”.

La otra cara de la moneda es el técnico de sistemas de ayuda a la navegación, Carlos Calvo, desde el Faro de la Punta del Torco de Afuera, más conocido como el “Faro de Suances”: “Una vez terminada la carrera de Filosofía estuve en África de voluntariado durante tres años y, a la vuelta, fui a un hotel de la costa para ganar un dinero en el verano, allí había un faro y también conocí a la que ahora es mi mujer y también ella tenía deseo de estar cerca del mar, le llamaba mucho, así que me pareció buena idea trabajar en el faro y estar en un sitio que te da tiempo para pensar”.

Carlos explica el mito de que los fareros sean seres solitarios personas que aman la soledad: “Por mi carácter soy muy sociable pero no cabe duda de que, en este caso, mi mujer ayuda mucho porque es discreta y le gusta la intimidad, me ha ayudado a contenerme. Compaginamos bien la compañía con la soledad, mi mujer está encantada”.

Ahora su labor es “asegurarnos de que los faros tengan equipos similares para que fueran más fácil el mantenimiento. También en telecontrol hemos sido pioneros y gracias a eso entre tres compañeros podemos controlar las 90 señales que tenemos en Cantabria”.