Huerto Hermana Tierra: esperanza para inmigrantes sin trabajo

Esta es una historia de integración, superación y trabajo. Un grupo de personas dando una oportunidad a los más desfavorecidos. Hemos hablado con ellas

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Cristina L. SchlichtingMiguel Soria

Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Esta historia tiene su origen en la comunidad de franciscanos capuchinos que hay en el Convento de El Pardo, en Madrid. Allí hay un grupo de personas que trabajan sin descanso para ayudar a los más desfavorecidos.

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Esta es una historia de integración, superación y trabajo. Un grupo de personas dando una oportunidad a los más desfavorecidos. Hemos hablado con ellas

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Se llama Huerto Hermana Tierra y es un proyecto promovido por los Hermanos Capuchinos de España, desarrollado y llevo a cabo a través de SERCADE, el Servicio Capuchino para el Desarrollo.

Huerto Hermana Tierra tiene varios protagonistas y nos hemos centrado en tres de ellos. La primera es Inmaculada Martín, responsable del proyecto, que nos contó que la iniciativa tiene lugar en el convento de franciscanos capuchinos y que en ese convento hay tres proyectos sociales: una residencia de menores tutelados por la Comunidad de Madrid para niños desde los 3 a los 18 años, donde viven y aprenden. Luego está el Huerto Hermana Tierra y, por último, un aula de sensibilización nacida a raíz del huerto. Nosotros nos centramos en el huerto y en sus trabajadores.

Inma nos explicó que tenían dos hectáreas “sin cultivar desde hace muchos años, ningún fraile las trabajaba - ese huerto era el que daba de comer a la fraternidad hace tiempo-. Era tierra que nos estaba esperando, porque además dentro de los valores franciscanos está la ecología, también vista desde una responsabilidad con la hermana tierra que teníamos abandonada, así que pensamos ‘qué manera mejor que darle una utilidad a esta tierra, aparte de la que tiene de por sí, que sea social’, que sirva para que unos cuantos jóvenes tengan una oportunidad laboral y una formación”

El segundo protagonista es Karim, un inmigrante llegado a España a finales de 2017 sin conocer a nadie y buscando una vida mejor que la de Burkina Faso, de donde él proviene: “Fui a buscar sitio para dormir y me dijeron que fuera al Samur Social, allí estuve un tiempo y luego fui a Cruz Roja, donde estuve casi un mes y medio además de yendo a SERCADE y aprendiendo español poco a poco y luego me dijeron que tenían una huerta y que necesitaban a una persona para trabajar en ella. Además, buscaba arraigo social y me dijeron que podían ayudarme”. Karim había dejado atrás un hermano y dos hermanas ya que sus padres habían fallecido tiempo antes. Se vino él solo a buscar una vida mejor, pero en su momento, cuando partió, no se imaginaba que iba a llegar a España. Y aun así lo logró.

El tercer protagonista es Óscar, pero él no es inmigrante sino nacido en España. Estudió un módulo de un año de Agricultura ecológica, que es su pasión. Trabajó en varias empresas hasta que llegó a Huerto Hermana Tierra y no tiene reparos en reconocer que su vocación siempre ha sido esta, la agricultura ecológica, de hecho tiene un huerto personal y siempre ha trabajado tanto en él como en otros. Lleva en Huerto Hermana Tierra algo más de dos años y destaca que en, todos los que han pasado por ahí, siempre ha visto una gran disposición para salir adelante: “Quieren aprender y conocer y, en algunos casos incluso, poder trasladar esta experiencia a sus lugares de origen, que también es importante porque, de alguna manera, la gran mayoría no renuncia a volver y esperan mejorar su situación aquí y, una vez que eso se produzca, regresar con un proyecto similar al que hay aquí, es algo positivo que aportar allí y que, de alguna manera, hace que tengan una fuerte motivación para poder aprender y conocer lo que supone la profesionalización de un huerto de estas características”.

Hay que aclarar que el Huerto Hermana tierra no es para menores ya que para eso tienen la residencia. Este es un proyecto solo para adultos, desde los 18 a los 36 años, y además pensado para inmigrantes. La razón, explica Inma, es que veían que “los jóvenes lo tienen muy complicado, pero si además tienes el añadido de ser migrante con todas las dificultades a nivel legal para encontrar trabajo, vimos que tendríamos que esforzarnos más para darles la oportunidad pero, a la vez, tendría más sentido para nosotros. Están, durante un tiempo aproximado de dos o tres años, con nosotros formándose como agricultores ecológicos y aprovechando para formarse en más cosas y alcanzando un mejor nivel de español y conocimientos básicos de lengua o matemáticas que luego pueden abrir oportunidades laborales”.

Karim es un de ellos: le gusta su trabajo y es muy cumplidor. Le gusta mucho, sobre todo, ver que lo que planta tiene su recompensa. Además, su momento favorito es cuando la gente va a comprar lo que él ha recolectado. En general se encuentra contento en este país, ha sido acogido y le han dado una oportunidad, que es justo lo que necesitaba: “De verdad, desde que llegué a España no todo lo que me ha pasado es bueno, cierto, pero no he visto ningún tratamiento malo hacia mí. He tenido muchas dificultades, es verdad, pero nada malo, estoy muy a gusto”.

Un huerto puede parecer fácil de trabajar, pero no lo es en absoluto ya que requiere tiempo, esfuerzo y constancia. Y más en este caso porque la vertiente que ellos han escogido, la agricultura ecológica, requiere de unos cuidados especiales. Y más aún cuando el tiempo no ayuda, con unas lluvias intensas que pueden arruinar lo que está creciendo o un frío tan intenso que también puede fastidiarlo todo. La clave es “intentar ir con la naturaleza, no en su contra”, como asegura Óscar: “Parte de la agricultura ecológica es adaptarse a los ritmos de la naturaleza, y a veces no puedes avanzar porque hay inclemencias como mucho frío o calor; siempre y cuando no llueva continuamente durante mucho tiempo más o menos nos podemos adaptar, pero bueno, siempre intentamos aprovechar el buen tiempo para labrar la tierra, prepararla para primavera, cosechar cuando sea más oportuno, intentar proteger algunas plantas con protección para las heladas, etc.”.

En la huerta recogen de todo: puerros, alcachofas, veza y avena, espinaca (ahora tapada por el frío), coles, ajos, lechugas, repollos, acelgas, coliflores, apio… la lista parece no tener fin.

En definitiva, Huerto Hermana Tierra es un gran proyecto de inclusión social y apoyo a inmigrantes que buscan lo que buscamos todos: una oportunidad cuando parece no haber salida. Confianza cuando nadie parece querer darla, y un sustento, aunque sea pequeño, para poder salir adelante. Toda la información así como las vías de contacto están en su web: huertohermanatierra.org. Como punto de interés adicional, aceptan visitas de colegios para que los alumnos puedan apreciar cómo es trabajar en una huerta.

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