‘Madre Molona’ sobre las peleas entre hermanos: “Los padres debemos evitar alimentar la rivalidad entre ellos”
Rosa Rosado, junto a Isabel Cuesta y Daniel Pérez, dan las claves para educar en positivo a los más pequeños de la casa
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Las peleas entre hermanos, como explican Isabel Cuesta y Daniel Pérez, son normales y forman parte de la convivencia. Desde siempre, los mamíferos cuando juegan se pelean, es por ello que una pelea no tiene por qué ser sinónimo de llevarse mal. Es cierto, según Isabel, que los padres cuando ven a sus hijos pelearse tienden a ponerse nerviosos, pero realmente no es nada malo. Los padres únicamente deben poner límites.
Pelearse no significa que se lleven mal, se pueden pelear por aburrimiento, por juego, incluso por cariño, ya que el roce hace el cariño, como muchos dicen.
Sí es cierto que hay diferencias entre pelearse de vez en cuando y llevarse mal. Cuando unos hermanos se llevan mal puede ser causa de una rivalidad entre ellos y esa rivalidad es muchas veces fruto de cómo los padres tratan a sus hijos.
“Tenemos que evitar alimentar la rivalidad entre hermanos”, afirma Isabel. Esta situación se da muchas veces porque en ocasiones, los padres quieren jugar a ser el CSI. Con esto se refieren a que queremos buscar un culpable. Lo que suele pasar en las familias es que hay un hermano que tiene más fama de empezar las peleas: es decir, iremos directo a él, a pesar de que no tenga culpa. Ni el malo es tan malo ni el bueno, tan bueno.
Daniel explica que “el cerebro funciona de tal manera que nos impone que cada uno debemos aportar algo para sobrevivir". Si a un hermano le adjudicamos el rol de hermano bueno, el otro automáticamente ya tiene que buscarse otro rol, el de hermano malo. Pero no debemos dejar que los niños se obsesionen con ser el bueno o el malo, hay que enseñarles que cada uno es diferente y aposta cosas diferentes.
En una pelea entre hermanos el padre debe pensar: “No me interesa saber quién ha empezado o quién ha pegado más fuerte, me interesa por límites”. Si hay un desacuerdo entre hermanos lo tienen que solucionar ellos, porque si entran los padres automáticamente estos se tienen que posicionar.
El problema del posicionamiento también puede causar el rol del hermano victimista, asegura Isabel. Es por ello que debemos evitar poner etiquetas como: El bueno, el malo, el tranquilo, el activo... No podemos hacer que su comportamiento le condicione, porque ya lo va a adoptar y creer que solo es así.
La competitividad, como con las comidas “a ver quién termina antes”... no son buenas, ya que cuando uno gana los demás pierden. Con esto pueden ocurrir dos cosas. La primera, que al perdedor se le baje el autoestima, empiece a sentirse inferior y la segunda que intente revelarse. No debemos fomentar la rivalidad, esa es la clave.
La forma en la que intervenimos en la pelea es primordial, aseguran Isabel y Daniel. “No decidir nosotros por ellos, ellos se tienen que poner de acuerdo”. Con esto se refieren a que hay que hacer entender a los niños que pueden hacer lo que sea si se ponen de acuerdo.
Por último hay que tener cuidado con las comparaciones. Por ejemplo: “Mira como ha hecho eso tu hermano, así lo tienes que hacer tu”. Eso también es un error. Poner de referente al hermano mayor y decirle al pequeño que tiene que ser así. Así le hacemos sentir inferior. También la comparación en general, estar constantemente buscando al mejor, mejores notas, mejor deportista... solo lleva a que se sientan inferiores.
Hay que hacer que ambos hijos se sientan visibles y válidos.