"Siempre he sido autista, aunque no lo sabía": El testimonio de Sara tras recibir un diagnóstico liberador

Sara Codina comparte en 'Fin de Semana' de COPE su experiencia, que relata en su libro 'Neurodivina y punto', tras ser diagnosticada con autismo a los 40 años

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"Siempre he sido autista, aunque no lo sabía": El testimonio de Sara tras recibir un diagnóstico liberador

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Sara Codina tiene 43 años, es madre de dos gemelos y trabaja como directora de una escuela de música. De pequeña no llamaba especialmente la atención. Era tímida, educada, no se metía en problemas y estaba cómoda sin ser el centro de atención. Solía analizar el comportamiento de sus compañeros para intentar ser como ellos y encajar. Lo que al resto de los niños hacía de una forma natural, a Sara le costaba un gran esfuerzo.

A Sara le gustaba jugar sola, odiaba ir a los cumpleaños. En el colegio nunca tuvo problemas, ya que aprendió que, con sonreír, todo era más fácil. La adolescencia pasó rápido y a los 29 llegó la maternidad:dos niños gemelos. Aunque siempre quiso ser madre, este embarazo fue todo un reto que le ha mostrado una faceta totalmente desconocida para ella.

Siempre supo que algo no iba bien. Padeció una depresión, ansiedad, otra depresión... Una serie de diagnósticos que no terminaban de encajar: agorafobia, hipersensibilidad acústica, TDH... Hasta que un día dio con el origen de su problema: Trastorno del Espectro Autista en grado 1. Sara, que nunca lo sospechó, estuvo conviviendo 40 años con el autismo sin saberlo.

“40 años siendo autista, y yo sin saberlo”

Ahora comparte su historia en su libro 'Neurodivina y punto'. Sara Codina ha estado en 'Fin de Semana' de COPE para hablar de su experiencia con el objetivo de eliminar estigmas y poder ayudar a personas que se encuentren en la misma situación. Tras descubrir su diagnóstico tras media vida sin saberlo, Sara reconoce que “fue un alivio. De repente tengo una etiqueta que trae muchas herramientas y respuestas que yo necesitaba”.

“Yo era un poco rarita. Todo el mundo tiene sus cosas, pero yo tenía más. Todos hemos entendido muchas cosas y mi entorno también ha podido comprender muchos de mis comportamientos y esto es maravilloso”, describe Sara cómo fue el momento en el que tuvo que comunicárselo a su familia. Ella explica cómo, de pequeña, disimulaba ser como los demás, pero notaba que había grandes diferencias: “Llegó un momento en el que las niñas hablaban de salir, de arreglarse, de chicos... Mientras yo pensaba en un plan de negocio. Como esto no era lo normal, yo simulaba que me gustaba lo mismo. También veía que todos tenían facilidad para hablar con los profesores y a mí me daba pánico la autoridad”. Sara confiesa que, cada mañana, sentía dolor de tripa de los nervios, de no saber si le sacarían a la pizarra o de si habría un examen sorpresa, situaciones que le costaba afrontar: “Todo lo que no está planificado me genera una ansiedad tremenda”.

¿Qué rasgos te definen como autista?

Sara explica que se trata de un espectro, lo que significa que no hay unos rasgos comunes, ni se manifiestan de la misma manera. En su caso se caracteriza por ser una persona “rígida -me cuesta salir de un bucle o abandonar una idea-, también soy muy literal, me cuesta detectar mis emociones, introvertida, seca, fría, me cuesta detectar las intenciones de los demás”. Ahora que ya tiene el diagnóstico, su vida ha cambiado totalmente: “Siempre he sido autista, la diferencia es que antes no lo sabía, pero ahora entiendo lo que ha ocurrido y es liberador. He tenido que desaprender cosas que no me iban bien y ahora puedo empezar a vivir de una manera más sana. Todo lo que me he exigido, lo que me he obligado a hacer... Yo me obligaba a socializar, pero me agota, también tenía que gustarle a todo el mundo... Todas estas cosas he tenido que quitármelas”.

Para Sara, la clave de su inclusión en la sociedad se resume en la necesidad de no sentirse juzgada por sus acciones y decisiones porque son necesarias para ella: “Si pregunto mucho no es que soy pesada, es que lo necesito. Necesitamos una sociedad más empática. Cuando salgo de casa para ir a una reunión, ya estoy cansada porque me he preparado todo: a qué hora cojo el transporte público para que no haya mucha gente, ensayo conversaciones en el espejo, pienso en todas las variables que pueden suceder... Cuando vuelvo a casa, hiperanalizo lo que ha ocurrido. Me he maltratado muchísimo”.

El Trastorno del Espectro Autista tiene un origen neurobiológico e influye en dos áreas: la interacción social y la flexibilidad del comportamiento y del pensamiento: También está la parte sensorial relacionada con la sensibilidad extrema hacia los olores, los sonidos, los colores: “No todos los sentimos igual. Algunos lo sentimos antes que los demás y otros después que los demás y también se pueden tener las dos. He llegado a levantarme por el pitido del enchufe del cargador, de la electricidad. No sabía que los demás no escuchaban estas cosas”.

Durante 40 años nadie sospechó nada, aunque Sara fue muy insistente. A pesar de que no lleva nada bien los cambios, la maternidad fue todo un reto: “Fue curiosa. Reconozco que me encanta ser madre. Me lo estudié todo. Me monté Excel, llamaba a las empresas de cochecitos para preguntarles temas técnicos... Con los niños muy bien. Aunque soy una persona a la que no le gusta el contacto físico, ellos reciben todo el cariño que no doy. Soy una persona muy cuidadora, que no tolero injusticias, pero mis muestras de cariño nunca han sido físicas, eran con acciones”.

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