Trabaja como azafata, revisa la bodega del avión y no da crédito al órgano que se encuentra: "Atroz"
Lo contaba en 'Fin de Semana', mientras la directora del programa y el resto de colaboradores no daban crédito de lo que había pasado
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Llega el verano, las buenas temperaturas, y, sobre todo, las vacaciones. Y con eso, llega también, los planes que vamos a ir formando para disfrutar de nuestro descanso y nuestro tiempo libre. Aunque, a veces, descanso más bien poco, porque muchos de esos planes que tenemos en mente incluyen despertarnos pronto y no dejar de patear ciudades.
Ya sabes que, normalmente, aprovechamos las vacaciones para viajar a diferentes destinos y conocer (o repetir) nuevos lugares. Depende de los días que tengamos disponibles, vamos a ir a un destino u otro, porque muchos están lo suficientemente lejos como para emplear unos cuantos días.
Si, por ejemplo, decides irte a Nueva York, o a Tailandia, tendrás que cogerte unos cuantos días y, por supuesto, te será más fácil ir en avión. Y de este medio de transporte vamos a hablar, porque, aunque nos lleve rápido a multitud de lugares, para muchos, subirse a la cabina se convierte en todo un deporte de riesgo.
Ojo, no porque no sea un medio de transporte seguro, es más, sabemos que es todo lo contrario, sino porque muchos le tienen fobia a volar. Sí, es un miedo irracional, pero en la cabeza de aquellos que lo tienen, subirse a un avión es de lo más complicado. Tienen una sensación de vértigo apabullante, piensan que en cualquier momento puede pasarle algo al avión, y, en definitiva, contemplan en su mente todo tipo de accidentes que podrían sucederles.
Gracias a Dios, no suelen pasar. Y por eso hablamos de esas veces que todo se nos complicó en el vuelo, aunque todo iba perfectamente.
Lo que se encontró en la bodega cuando trabajaba de azafata
Si tienes miedo a volar, por mucho que se trate de un trayecto corto, se te va a hacer un mundo. Estás atento a todo ruido que escuchas dentro del avión, a todas las maniobras, y te pasas en tensión todo el vuelo. De hecho, sueles mirar a otros pasajeros, y te sorprendes a ti mismo cuando ves que ellos están de lo más tranquilos.
Te preguntas, y con cierta razón, cómo es que ellos están tan campantes, mientras tú vives en una tensión. Y no solo a otros pasajeros, sino cuando observas el trabajo de los auxiliares de vuelo. Es un trabajo muy duro, y no porque se realice a miles de kilómetros sobre el suelo, sino porque requiere de mucho sacrifico.
Estás siempre fuera de casa, te pasas el día volando de un sitio a otro y a veces, ves cosas de lo más inimaginables. Que se lo digan a esta oyente, que ha llamado a Fin de Semana para contar una experiencia que vivió mientras trabajaba.
"Algunas veces llevábamos órganos para trasplantes, nos lo subía una ambulancia, lo traía a la cabina y luego lo recogían" comenzaba explicando. Ella estaba de lo más acostumbrada, pero tenía una compañera nueva que no dio crédito a lo que vio.
"Un día llevábamos un ojo, llega el hombre con la nevera, sube al avión y le dice: 'mira, aquí llevas el ojo y en la pestaña llevas el nombre de la gente que lo tiene que recoger'. Y la pobre empezó, '¿pestaña, qué pestaña?'" contaba. Porque sí, estaba asustada.
"La pestaña era una etiqueta de cartón que traía" aclaraba. Enseguida, Cristina López Schlichting estallaba en una carcajada. "Qué cosa tan atroz" decía entre risas.
El pasajero con el que viajó Cristina López Shclichting
Historias las hay de todo tipo, pero esta que contaba la directora de Fin de Semana es digna de estudio. Resulta que viajó en un avión a Nueva York, y al lado llevaba a un pasajero de religión hindú.
Hasta ahí, todo normal, si no fuera porque este pasajero le contó a la comunicadora que viajaba a la ciudad para casarse con una mujer a la que no conocía. ¡Era un matrimonio concertado!