Ayestaran, desde Kiev: "Nadia a sus 75 años ha puesto su lavadora, ducha y cocina al servicio de los soldados”
El enviad especial a Kiev relata en Herrera en COPE el día a día de esta mujer, "otra forma de luchar" contra la invasion rusa.
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Mujeres que han dejado a sus maridos o a sus hijos adolescentes en el frente, niños aterrorizados por el sonido de las bombas, ancianos que han abandonado un hogar al que no saben si volverán. Desde el inicio de la invasión rusa han salido de Ucrania 3,5 millones de personas en su mayoría mujeres y niños, según datos de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). El Gobierno calcula que a España han llegado unos 25.000, aunque el número total se desconoce porque muchos lo han hecho a través de redes familiares y de amigos.
Esto éxodo ha provocado una marea de solidaridad en los países de la UE por la que los ucranianos "están muy agradecidos", según ha contado en Herrera en COPE, el enviado especial a Kiev, Mikel Ayestaran. "Te das cuenta de la fuerte conexión, son unos refugiados que se han ido teniendo un ojo en Ucrania y que quieren volver, pero en estas situaciones el refugiado sabe cuando sale pero nunca cuando podrá regresar".
Cuando se cumple un mes de la invasión de Ucrania, “el número de muertos crece cada día, hay millones de refugiados y desplazados y la destrucción es total en lugares como Mariúpol, la zona cero de la guerra". Además "no hay un panorama a la vista que anuncie que esto puede terminar”.
Muchos de los que allí se quedan, están en los los puestos de control que dan acceso sobre todo “a las zonas más cercanas a las posiciones del frente, en el norte, noeste y noroeste”. En los últimos días estos controles “se han endurecido, se registra coche por coche, hay que enseñar los documentos y no es suficiente con el pasaporte, los periodistas necesitamos la acreditación militar".
Hay mucho miedo a que los colaboradores de Rusia “se infiltren para realizar actos de sabotaje”. En la capital, Kiev, se encuentra “el puesto más caliente” y en su frente “chavales" como Alex, un fotógrafo, “que ha dejado la cámara para coger un fusil".
Muy cerca de ese puesto de control vive Nadia, una mujer de 75 años, en un barrio por el que los soldados acceden a un bosque que rodea Kiev. “Es un lugar bucólico" pero que arroja una imagen es "estremecedora y triste". "Nadia ha puesto su casa, lavadora, ducha y cocina al servicio de esos soldados”. Ella está en su casa “con sus tres perros y su gato, entre disparos y bombas. En su huerto, donde están las gallinas, se puede ver la ropa de los soldados secándose al sol. Los militares que van por la noche a combatir se la dejan, algunos se duchan y ella les prepara unos huevos fritos para que desayunen".
En las guerras, advierte Ayestaran, que ha vivido otros conflictos en Siria o Afganistán, “hay muchas formas de luchar” y la de esta mujer es una de ellas. “Es un ejemplo de resistencia popular, los que se han quedado lo han hecho para resistir a la invasión y cada uno hace lo que puede, es un auténtico ejemplo de organización".
A la hora de apoyar moralmente a los ucranianos que se han quedado, advierte el periodista, “la Iglesia tiene un papel clave". “Un sacerdote nos insistía en el mensaje de la defensa del mundo libre, al final esto se ha convertido en un muro de defensa del mundo libre, hay que luchar para que esto se quede aquí”, ha concluido.