¿Cuáles son los límites éticos de una tecnología que implanta un chip en el cerebro humano?

Respondemos a este asunto en 'Herrera en COPE' con Albert Cortina Ramos. Es abogado y profesor del departamento de Ciencias Básicas de la Universidad Internacional de Cataluña

Redacción Herrera en COPE Paola Albaladejo

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El futuro es hoy y es controversial. Elon Musk ha anunciado que ha implantado, por primera vez, su chip. El chip de la empresa Neuralink. Es controversial porque, entre otros motivos: puede conectarle a internet.

Pero hay otra vertiente, que es muy interesante: ¿Usted se implantaría un chip en el cerebro que le permitiese volver a ver, si es ciego? Puede ser una realidad. Solamente colocando un implante en su cabeza.

Y esto es lo que sabemos hasta el momento. No hay más detalles.

Esta noticia, de lo que no cabe duda, es que provoca curiosidad y dudas a partes iguales: ¿Cuál es el propósito? ¿Qué pasa si, alguien que se lo pone, algún día se lo quiere quitar?

De momento son preguntas de las que no tenemos respuesta.

Lo que ha trascendido es que esta tecnología está pensada para tratar el párkinson, la epilepsia... y, en concreto, este chip tiene por objetivo leer la actividad cerebral del individuo y poder transmitir órdenes. El futuro es apasionante.

Albert Cortina Ramos es abogado, profesor del departamento de Ciencias Básicas de la Universidad Internacional de Cataluña. Además, es experto en transhumanismo y ética aplicada a la tecnología. Pasa por los micrófonos de 'Herrera en COPE' para intentar arrojarnos luz sobre este asunto.

"No hay dudas éticas. Si esas neurotecnologías se utilizan para curar y reestablecer la salud, como está vendiendo Elon Musk, éticamente no habría problema", cuenta.

Pero es que hay un segundo ámbito. El del 'mejoramiento humano' en las personas sanas. Explica Cortina que "ahí estaríamos hablando de propuestas transhumanistas. Ya no solamente con personas que tienen que recuperar esa capacidad cognitiva, sino aumentar y extender esas capacidades".

Otro campo sería el del control, el de la política. En concreto, de "establecer e inducir pensamientos. Ahí sí que ataca nuestros derechos sobre la privacidad. Hay riesgo".

"Puede servir para el bien, pero también para el control y para el mal"

Luego está la transmigración de datos y de la mente a otro soporte que no es el cuerpo. ¿Esto en qué consiste? Dice que esto ya sería una utopía, y sería "conseguir archivos mentales de nuestros datos y poderlos trasladar algún día a otro soporte que no es el biológico. Hablamos de distintos objetivos. Otros más realistas, otros más utópicos", narra el experto en 'Herrera en COPE'.

¿Y existe algún marco legal específico que deba seguirse en considerarse la integración de tecnologías en el cuerpo humano? Pues empiezan a haber estudios, y casos como en Chile, "donde se han implementado los neuroderechos. Es decir, unos derechos respecto a estos aspectos de privacidad sobre nuestro cerebro y pensamiento".

Por último, el experto ha hablado sobre la ambivalencia de estas tecnologías porque "pueden servir para el bien y también para el control y para el mal. Que nos controlen, manipulen y nos vigilen. Ahí debemos de mirar de reojo a Asia".