Sergio García-Sils: “Lo que hacemos son años de búsqueda que no nos llevan a ningún sitio”

La espeleología, una profesión desconocida

Bárbara Archilla

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Le pillamos en la Plaza de las Armas en Écija y está documentando un barrio residencial de alto estanding de la época romana. Es arqueólogo entre otras muchas cosas. Pero sobre todo le invitamos a Herrera en COPE por ostenta el récord mundial de espeleología tras descender 2.200 metros en la cueva más profunda del mundo, Krobera-Voronya, en la república autónoma de Abjasia, en el Cáucaso Occidental. Aunque es una profesión muy desconocida y poco agradecida, tiene un sentido de ser.

“Hay una oscuridad total y absoluta, recovecos y siempre con la perspectiva de llegar a lo más profundo del planeta”. Aún no se ha descubierto casi nada y se ha llegado a superar la barrera de los 2000 metros debajo de la Tierra y no ha hecho más que empezar. “Cuando empezamos teníamos bastante menos miedo que ahora, el miedo nos hace prudentes y nos mantiene vivos”.

Objetivamente es duro, pero “los espeleólogos están en su hábitat natural”. La humedad no es nada con las partículas de agua que están suspendidas en el ambiente. El agua no invita al baño porque va desde el medio grado hasta los 3 o 4 grados, “con esa temperatura y un mes sin salir, sin lavarnos más que lo imprescindible”. ¿Dónde acaba ese camino? Hay tres opciones: que la cueva sea muy amplia, o sea estrecha, que haya tapones de barro, o llegar ya el resto del camino buceando.

En cuevas muy profundas se produce un efecto embudo “y a medida que profundizamos, el agua cae y confluye en la cavidad, de manera que cuando se produce la gota fría, el peligro de una crecida es muy real”.

¿Por qué arriesgar? Porque sirve para algo sin duda: “en las profundidades no pueden entrar drones, y tenemos que entrar nosotros a explorar, también por la consecución de agua en los acuíferos y documentar su estado, y después por cuestiones geológicas para seguir explicando los fenómenos que acontecen en el mundo”.

No se conoce demasiado los logros de los espeleólogos y García-Dils nos explica por qué: “solemos ser noticia cuando ocurre un accidente, pero pasa desapercibido que trabajamos de vacío, lo que hacemos son años de búsqueda que no nos llevan a ningún sitio, y puntualmente, nos da alguna alegría”. Confiesa que es fácil que en cualquier momento la Tierra le va a tragar, y que los peligros acechan hasta en un ascensor si se queda atascado. Lo dice entre risas, porque lleva el sentido del humor en lo más profundo. Valoren el chiste.