Escucha el monólogo de Sergio Barbosa

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Saludos de Sergio Barbosa en esta mañana de lunes 24 de diciembre, a pocas horas de otra Nochebuena, de otra ocasión para celebrar con la familia. Ha pasado otro año y que seguimos estando ahí...

¿Se acuerdan ustedes del Turnitín? Del programa que detecta los plagios de las tesis doctorales... Posiblemente fueron los días más duros para Pedro Sánchez. Un presidente que ha demostrado ser como el junco, que se dobla, pero ahí sigue sin troncharse. Mira, que se puso pocha la fruta de la distensión. El PSOE se hundió en Andalucía, los barones se pusieron nerviosos, Quim Torra soltó la barbaridad de la Vía Eslovena.

Pues el junco cree que hay motivos para volver a enderezarse. Y todo después del Consejo de Ministros en Barcelona, de esa minicumbre en la que Moncloa y la Generalitat acordaron un texto lo bastante ambiguo como para seguir alargando el chicle del diálogo.

Los CDR volvieron a hacer de las suyas, pero Moncloa entiende que el soberanismo consiguió retener a los suyos lo suficiente como para no provocar el viernes un incendio que dejase en mal lugar a quienes van a defender, durante el juicio del proceso, que lo de la rebelión y la sedición es una barbaridad, porque todo lo que pasó en Cataluña hace poco más de un año fue poca cosa.

Moncloa entiende que los soberanistas han captado el mensaje de que, con elecciones, lo de Andalucía puede tener una réplica en el conjunto de España. Eso y la constatación de que el separatismo es incapaz de plantear todo esto como una guerra entre España y Cataluña, porque, en realidad, se trata de la división entre catalanes.

Entre el viernes y el sábado hemos vivido dos escenas muy significativas; el mosso que le decía a un agente rural “pero qué república, ni qué cojones, la República no existe, idiota”. Y la otra escena es la Joan Manuel Serrat, parando un concierto, para pedir respeto a un tipo del público que, a grito pelao, le exigió que cantará en catalán.

Esa mezcla de hartazgo en la sociedad catalana y de supervivencia política es lo que Sánchez quiere aprovechar ahora para aprobar los presupuestos y alargar así la legislatura.

Sánchez en declaraciones a La Vanguardia daba a entender que volverá a la carga con la idea de una reforma del Estatuto, que sería una manera de que los catalanes votasen su futuro político.

No es, ni de lejos, lo que quieren los soberanistas, pero en lo que vuelven a reunirse en enero, se gana tiempo. Unos para tranquilizar a los más guerrilleros, como los de la Asamblea Nacional Catalana, que ha amenazado con hacer caer a Torra si no aplica ya la indedencia. Y otros, para pintar a PP y Ciudadanos como los malos malísimos de la película, como los campeones de la radicalidad.

En un nuevo ejercicio de desdoblamiento de personalidad, Sánchez explicó que él no había aplicado ni apoyado el 155, que en realidad, fueron los propios separatistas los que se lo aplicaron a sí mismos, por no hacer caso a lo que marca la ley.

Ahora la pregunta es.... ¿En qué puede ceder Pedro Sánchez, sobre todo, si lo plantea como una reforma del estatuto? Pues los tiros podrían ir por otorgar las competencias judiciales que recortó el Constitucional, cosa que permitió parar el golpe de 2017, además de competencias en inmigración y protección civil.

Prepárense también, para la política declarativa de los soberanistas.

Pablo Casado considera indignante que los soberanistas llamen títere a un presidente del gobierno y que pretendan que, lisa y llanamente, que deje de servir al Estado que representa. Cree que estamos ante una situación muy crítica y por eso plantea soluciones contundentes, como cortar el grifo de ayudas públicas a determinados partidos.

Ciudadanos también ha pensado algo parecido, pero más quirúrgico. El partido de Alber Rivera tiene pensado presentar en el Congreso una iniciativa para investigar la financiación de los CDR, y de todos aquellos que intenten replicar en Cataluña la kale borroka que sufrió en su momento el País Vasco.

El caso es que los de Rivera, como es el caso de Nacho Martín, están indignados con esa estrategia de Pedro Sánchez, que consiste en modular el discurso para no enfadar a los soberanistas, mientras a los antiguos compañeros del 155 los pone a caer de un burro.

Pedro Sánchez por un lado y PP y Ciudadanos por el otro. La misma foto que encontramos en Andalucía, donde popularse y naranjas consiguieron cerrar ayer el capítulo de las medidas para regeneración democrática, con 23 puntos como limitar a ocho años el mandato de cualquier presidente de la Junta.

Calculan que el programa de gobierno acabará teniendo 90 puntos en total, sumando las medidas económicas, financieras y de política social.

En los mentideros políticos no se descarta que se llegue a un acuerdo global este miércoles 26, vísperas del jueves 27 en el que debe constituirse el nuevo parlamento.

Todo esto, por cierto, mientras Vox sigue en la sala de espera, con su capacidad para dar el ok o poner alguna pega. De momento, Santiago Abascal ha puesto en el estado de su Wasap que no estará disponible en los próximos días.

Y, cómo no, en un día como hoy, hay que acordarse y mandar un abrazo muy grande a la familia de Laura Luelmo. Cientos y cientos de españoles quisieron mandarles un poco de cariño, a través de las carreras y caminatas que se organizaron en toda España para pedir que las mujeres puedan hacer deporte y vivir tranquilas, sin miedo a que un desequilibrado les haga algo.

El debate político sigue centrado en si se debe reforzar las políticas de prevención o ampliar la prisión permanente revisable, de manera que gente como Bernardo Montoya por la que ya hizo, como matar a una anciana e intentar otra violación, no hubiese tenido opción de estar en libertad, esperando a que una joven profesora fuese a vivir enfrente de él.

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