De insultos y de insultar es de lo que habla Antonio Agredano en sus 'Crónicas Perplejas'

¿Cuál es el precio que se paga por insultar?

Antonio Agredano

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Mis padres me criaron con rectitud y valores. Yo me eduqué enfrente de los mejores colegios de Córdoba. Pero una vez discutí con un niño en el recreo. Era un chaval tontísimo. Yo estaba muy cabreado. Me tenía harto. Y presa de la ira, me puse delante de él y le grité: “Vete al peo”. Vete al peo. El resto de la pandilla se empezó a reír de mí y el nene encima me soltó una galleta. Ese día aprendí una lección: uno no puede enfadarse a lo grande con palabras pequeñas. Esa gente que dice “corcholís” o “mecachi en los mengues” o “repámpanos” o “leñe”. No se puede ir así por la vida. Cuando uno insulta debe hacerlo a todo lo que dé la boca. Debe vaciarse por completo. Sin matices. Con palabras que no voy a reproducir aquí, pero que seguro que ustedes tienen en la cabeza.