'Crónicas perplejas': “La infancia es un paraíso perdido. Intento recuperarlo a través del juego de mis hijos”

Recuerda Antonio Agredano los juguetes y muñecos de su niñez

Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

Mi padre me hacía caballitos con mondadientes y el corcho de los vinos. A veces, la felicidad es así de sencilla. Si la sobremesa se alargaba, y las botellas iban cayendo, hasta podía hacer carreras con mis juguetes improvisados.

Eran otros tiempos. No había tablets en la mesa, ni móviles, y el aburrimiento espoleaba la imaginación. Siempre me gustó jugar, porque siempre me gustó evadirme. Romper el ritmo de los días. Lanzarme a otros mundos, a otros países, a otras emociones.

Aún conservo mis Masters del Universo. He-Man, Skeletor y toda esa pandilla. A mis hijos no le interesan demasiado. Se los enseñé como quien abre el cofre de un tesoro, pero tras jugar un rato con ellos, los dejaron donde estaban.

El tiempo es así de caprichoso. La lectura ha sustituido aquellos juguetes. Tiene la misma capacidad de sugestión y fuga. Romper la cotidianidad es imprescindible para habitar lo cotidiano. Sólo yéndonos de aquí de vez en cuando entenderemos el sentido de nuestros días.

Las barbies de mi hermana, mis muñecos, tortugas ninja y gijoes tirados por ahí. La infancia es un paraíso perdido. Intento recuperarlo a través del juego de mis hijos. Los observo y me asomo a mi niñez. Así son los años, como coches atravesando la autopista, dejando apenas un destello de colores.

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