'Crónicas perplejas': "Hay mañanas en las que uno se levanta y siente, sin más, el nudo en la garganta y la sal en la mirada"
Habla Antonio Agredano del blue monday, el día más triste del año
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En esta sección de 'Herrera en COPE', Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus 'Crónicas perplejas'.
Los lunes son llevaderos. El problema está en los domingos por la tarde. Cuando el entusiasmo del fin de semana se va apagando y ya solo nos queda la ropa pendiente de plancha, la televisión y ese sol huidizo, que dura poco y brilla menos.
Madurar es aprender a lidiar con la tristeza. Con estas espinas minúsculas que llenan los días. Que no duelen mucho, pero que son constantes. Hay mañanas en las que uno se levanta y siente, sin más, el nudo en la garganta y la sal en la mirada.
No hay grandes motivos. Es una congoja sin nombre. Sin camino. Sin destinos. Pero ahí está. De vez en cuando. Paralizando nuestras rutinas. Convirtiendo el cielo en una carga enorme.
La vida, sin embargo, siempre tiende al equilibrio. Trata de compensar esos instantes. Nos alivia, de alguna manera. Con un olor, por ejemplo, que nos sorprende en plena calle y nos lleva a nuestra infancia. O el abrazo inesperado de alguno de mis hijos, con sus manos pequeñas, con sus cariños improvisados. O un gol de mi equipo en el minuto noventa y cinco. O un sueño profundo, reparador, tras una semana exigente.
Antonio Agredano en sus 'Crónicas perplejas' en 'Herrera en COPE'
Vivir es una balanza. En un platillo hay luz, una luz absoluta, una luz jubilosa. En el otro platillo, algo oscuro, pesado e impredecible. Cada día consiste en mantener esa proporción. Avanzar entre ambos mundos. Con armonía y con dignidad.
Que los domingos por la tarde sean llevaderos, que los lunes se afronten al menos con una sonrisa tímida, que nada nos doble, que nada nos venza. Y que, por mucho que se nos tuerzan las cosas, aparezca inesperada frente a nosotros, verde y juguetona como la aurora boreal, nuestra esperanza.