'Crónicas perplejas': "Paiporta, Chiva, Aldaia, Pincanya, Sedaví, Benetússer, Alfafar… jamás olvidaremos esos nombres"

"Pero, por respeto a quien allí vive, no los recordemos con dolor, sino con esperanza", añade Antonio Agredano

Antonio Agredano

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En esta sección de 'Herrera en COPE', Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus 'Crónicas perplejas'. 

Toda casa tiene dos puertas, la de la felicidad y la de la tristeza. Cada mañana nos toca salir por una y regresar por otra. A veces coinciden, para bien o para mal. Otras veces, durante el día, cambiamos la emoción, y con ella, cambiamos la puerta. De la luz a la oscuridad, o al revés: del blanco y negro al color.

No siempre elegimos por qué puerta irnos ni por qué puerta regresar. Así es nuestra existencia. Un pequeño desorden cotidiano. Altos y bajos. Abrazos y soledades. Hallazgos y desgracias.

Quedan muchos días por delante en los municipios que han visto destruida su cotidianidad. Se van despejando las aceras, se van vaciando de lodo las casas, pero hay personas que ya no regresarán. Volverán a abrir algunos negocios, volverán los niños a pasear con sus bicicletas, volverán las prisas por los trabajos, las colas del autobús, nuevos coches aparcarán en esas calles que ahora están ocupadas por los escombros.

Pero las vidas que se fueron jamás volverán a pisar ese suelo, ni saldrán con una sonrisa de esas casas, ni ocuparán su pupitre en el colegio, ni recogerán a sus nietos de las clases de inglés.

Paiporta, Chiva, Aldaia, Pincanya, Sedaví, Benetússer, Alfafar… jamás olvidaremos esos nombres. Pero, por respeto a quien allí vive, no los recordemos con dolor, sino con esperanza.

      
             
      

La de un pueblo que vivió la peor desgracia posible y que, con coraje y con mucha fuerza, hizo lo posible por recuperar su dignidad y restañar su dolor. Como una casa con dos puertas, de la que han salido en penumbra y a la que retornan, fatigados, cabizbajos… pero con una leve y milagrosa claridad.

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